lunes, 22 de abril de 2019

Críticas cinematofágicas: El tercer hambre


El tercer hambre

Basado en la novela homónima de Grahambre Green, este thriller en blanco y negro hará las delicias de los espectadores recién comidos. La historia se sitúa en la Austria de entreguerras, una Austria devastada y donde la gusa estaba a la orden del día. Se denominaba el tercer hambre a la ansiedad que producía irse a la cama sin cenar, por contraposición al primero (desayuno) y al segundo hambre (almuerzo). La trama es sencilla: un hombre enriquecido con el estraperlo se dedica a vender en el mercado negro pan Bimbo adulterado, causando gran mortandad entre los críos del sector británico, tan dados a los sandwhiches. Es inolvidable la escena de la noria, donde el estraperlista desafía la ley de la gravedad asomándose por la cabina temerariamente al tiempo que arroja trozos del pan de molde a los patos de unas charcas vecinas. La persecución final por las cloacas de la ciudad hace agradecer al público que no se haya inventado el olor en el cine. Extraordinaria la interpretación del actor McDonald Douglas a quien da la réplica Katarrina de Foe. Una película que puede forrar a los estudios alemanes de la Wagner Bros.

La oveja feroz
22.04.19



lunes, 8 de abril de 2019

Críticas cinematofágicas: Érase una voz en América


Érase una voz en América

Film de Sergio Tigrone que narra la epopeya de un italiano que emigra a Nueva York y cómo se entremezcla con la mafia gracias a su portentosa voz de mezzosoprano. El inmigrante, con su melodiosa voz, consigue un puesto de vendedor de salchichas ambulante, hot-dogs que anunciaba con cálidas arias por todo Brooklyn. Enseguida ven sus jefes que el chico tiene futuro y lo trasladan con su puestecillo a la Quinta Avenida. El hombre, merced a su prodigiosa voz, vendía todo lo que le encomendaban y aún tenía humor para una tarantela napolitana que encandilaba a los viandantes. Su fama asciende y la venta de perritos calientes también. Le oye un profesional del Teatro de la Opera Metropolitana de Nueva York y lo contrata. Guiseppe de Niro, de uniforme, deleitaba a las colas de los espectadores que esperaban para retirar sus entradas de las funciones, función que le proporciona fama duradera. Plantado delante del Teatro de la Opera, Giusseppe cantaba napolitanas sin parar, su voz de meszzosoprano cautivando a los colistas y a los viandantes que pasaban por el lugar. Pero un día, durante una manifestación de obreros, una bola de goma disparada por la policía local le da en la garganta y acaba con la atilpada voz del Giusseppe, acabando con su empleo. La voz vuélvesele ronca y en tono de bajo trina sus lamentos por el Bronx. Más la Cosa Nostra apiádase de él y lo contrata de nuevo, esta vez para asustar a los niños de la guardería metropolitana Capo Capone, donde los hijos de los mafiosos aprendían extorsión y tortura. Ejemplar historia que Sergio Tigrone nos narra con sutileza siciliana. La música de Ennio Borricone pone ambiente rústico al film. Abstenerse cornudos.

Fred Cimeman
08.04.19