Las
mil y una leches
Visión corrosiva de las noches arábigas por
el corrosivo Repassolini. Tomando como centro la corte del califa Mamón
Al-Raschid, Repassolini nos ofrece su particular versión de las noches
orgiásticas con las que el califa se regalaba en su palacio. Con clara
inclinación hacia el amor paídico, el califa dedicábase a catar la “leche” de
sus invitados, esclavos y visitantes. Con predilección por los esclavos nubios,
Mamón Al‑Raschid aseguraba que la leche de éstos, por contraste con el color de
su glande (glande grande, uno y libre), era más blanca y sabía mejor. Cada
noche extraía con expertas fellatios, la leche a uno de sus invitados, invitado
que era luego vetado y botado del palacio. Repassolini, si bien no relata las
mil y una operaciones de ordeño bucal llevadas a cabo por el famoso Califa, sí
se recrea en varias de éstas, los nubios disfrazados de odaliscas por eso de la
censura. Este disimulo dio origen a la conocida anécdota de un crítico que
aseguró que esas altas y robustas odaliscas tenían un clítoris enormemente
pronunciado. Repassolini no se conforma sólo con el amor bucal sino que retrata
a su califa también como hombre con cierto esfinterés. Los nubios disfrazados
de bailarina siempre poníanse de espaldas para que Mamón Al‑Raschid las
penetrara a estilo perro, perro lo
que no mostraban las cámaras era que el agujero penetrado no correspondía con
la latititud anatómica de la vulva. Bellas las imágenes de ciudades del
desierto. Se echan de menos en la película los diálogos. En nuestra opinión
sobran escenas de “gay” saber. Película con escaso interés para uterodoxos.
Fred Cineman
Crítico de su majestad