Estamos cansados de tratar desde hace milenios con un par de dioses, o tres. Es hora de que la ley antimonopolio de la divinidad entre en vigor. Debemos rescatar algunos dioses singulares de la antigua Roma, como al dios de la silla excusada, Deum extercutium, y al dios Pedo, Deum crepitum, o Mutunus Tutunus, representado como un falo, y a quien las romanas le hacían ofrendas con la esperanza de ser bendecidas con hijos. O recurrir a la antropología y promocionar dioses en la periferia de la civilización occidental, como Menebus (Manabozo), mesías que aparece en diferentes versiones de los indios norteamericanos menomini; su nombre significa “gran conejo”. Él descubrió el juego de pelota y luchó contra el maligno Anamaqkius. Manabozo es nieto o hijo de la madre tierra y vino al mundo debajo de un plato hondo.
Traerían al mercado de la salvación nuevos aires, aires más frescos que los actuales, viciados por dioses rancios y vengativos, dioses a abolir… u olvidar.
La oveja feroz
04.11.09
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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