El afán de los famosos y adinerados de
crearse complejos y patologías psíquicas de diseño ha obligado a la profesión
psiquiátrica a ampliar sus ramas de estudio. Como antes ocurriera con la
cirugía estética, los profesionales dedicados a crear complejos y neurosis de
encargo entre los famosos han encontrado un filón que les dará prestigio y
dinero. Lo más demandado hasta la fecha son los clásicos complejos de Edipo y
de Electra, así como las neurosis compulsivas controladas por medicamentos
específicos. La histeria a la carta es otra de las enfermedades más demandadas,
patología que los usuarios sólo utilizarán en ocasiones especiales: divorcios,
funerales y desarreglos menstruales. Los jóvenes triunfadores suelen escoger el
síndrome de Peter Pan, pues les da miedo crecer, y las viejas madonas del
espectáculo eligen síndromes como el de Marilyn o Amélie. Snobs de la
aristocracia inglesa podrán hacerse con el síndrome de acento extranjero, que
consiste en hablar su lengua materna con acento extranjero. También se está
ultimando el complejo de Harry Potter, especialmente dirigido a adolescentes
que deseen creerse pequeños magos huérfano con poderes. Corruptos de postín podrán
comprar el síndrome de Estocolmo, y así identificarse con el sistema judicial
que los ha metido en la cárcel. Habrá para los hipocondríacos el síndrome de Münchhausen,
con una variedad de enfermedades imaginarias en el paquete básico. No faltará
el síndrome de Gobbi, que fingirá epilepsia, calcificaciones occipitales y
celiaquismo. Para los que deseen llenar sus viviendas de basura podrán adquirir
el síndrome de Diógenes. Tampoco faltará
el síndrome de Cotard para aquellos que quieran creerse muertos.
La
psiquiatría, como viene siendo habitual desde los tiempos de Freud, ha logrado
salvar otro bache de prestigio y ha dado con un filón para volver a enriquecerse
con las tonterías del melonar pensante que es el hombre.
La oveja feroz
19.10.15
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