En
una de las últimas sesiones de la Real Academia de la Lengua, el autor y hombre
de acción Arturo Pérez Reverte le propinó un sopapo mayúsculo a la ñ minúscula
por no sé qué discepancia etimológica. También amenazó con darle un par de
hostias al que propuso que se aceptara la palabra “almóndiga”, llamándole
rastacuero, rabizo y colipoterro. Durante el mismo pleno llamó maricas a un desprestigiado
miembro de la prestigiosa institución Y amenazó con repartir “estopa” entre los
presentes diciendo que le tenían “hasta los cojones”. Dos miembros desconocidos
que nadie sabe por qué pertenecen a la magna institución permanecieron
escondidos debajo de sus asientos hasta que dos días después fueron
descubiertos por la señora de la limpieza, la que da brillo y esplendor a los
cromados de la Academia. Al despedirse de la sesión, Pérez-Reverte amenazó con
volver en la próxima sesión con un florete de Alatriste y ensartar con él a quienes
aprobaron palabras como “dotor” por doctor, “murciégalo” por murciélago, o “otubre”
por octubre. Al final salió por la puerta mascullando palabras que algunos
testigos creen que eran sinónimos barriobajeros por “maricas”.
La
oveja feroz
16.01.17
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