Críticas cinematofágicas:
Basalto al tren de Glasgow
Un grupo de mineros galeses deciden asaltar
el tren de Glasgow y robar el cargamento de linimento que transporta. Con ese
linimento podrían paliar los sufrimientos de miles de mineros en las minas de
su tierra. Para tal fin contratan a un cerebro inglés, quien planea el robo con
meticulosidad británica. El sonriente cerebro (magníficamente interpretado por
Alec Grinnes) llega a la conclusión de que la única manera de parar el tren es
arrojándole basalto a las vías. Los mineros se miran entre sí y dudan si habrán
elegido al cerebro correcto. El encargado de contratarlo alega que él buscó en
la guía, en la sección de cerebros, y que la única institución que venía era un
"Brain Sana Torium", y que "sana" en latín venía de salud,
y por eso lo había contratado. Contra todo pronóstico, el "cerebro"
les convence y los mineros cargan con sacos de basalto hasta un terraplén por
donde ha de pasar el tren. Llega el tren y los mineros, a una orden del
cerebro, cogen trozos de basalto y los lanzan contra las vías y la máquina. El
tren sigue su curso y el cerebro grita: "¡Basalto, basalto!" Los
mineros entienden ¡Más alto, más alto! y lanzan los trozos de mineral por
encima de los vagones. El tren se va y los mineros quedan encima del terraplén,
confundidos y con las manos doloridas de tanto arrojar basalto. El cerebro les
mira y les conmina a devolverlo al sanatorio. Con el mineral restante, los
mineros sepultan al encargado de buscar el "cerebro" y, reconociendo
su error, se vuelven en autobús a su pueblo. Comedia agridulce que demuestra de
nuevo la maestría británica en la comedia negra. Negra como el basalto.
Fred
Cineman
Crítico de su majestad
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