Hablábamos en una entrada anterior de los editores y escritores. Ahora tócales el turno a los lectores. ¿Qué decir de los lectores que se creen obligados a leer siempre la reciente mamarrachada de cerebros más que vulgares, que escriben por dinero y por ello tienden a no descansar, cada estación publicando un nuevo bodrio que la editorial se encarga de que aparezca entre los libros más vendidos, esas listas propias de supermercados, que publican los suplementos culturales de los periódicos y que sólo sirven para inculcar en los lectores un consumismo dirigido? Demasiado largo el párrafo, quizás. Pero es que yo no escribo por dinero y por tanto no me importa que el lector se moleste en seguir párrafos largos, y a ser posible complicados, y que se pierda y reniegue y que prometa no volver a comprar un libro mío y que además, como es tonto, y vago, y no tiene ni puta idea, se deje influir por las listas de los libros más vendidos del mes, que están trucadas y no son fidedignas pero que a él le hace mucha ilusión, y todo por compartir los gustos de lectores nada exigentes, creyendo al mismo tiempo que su compra influirá en la siguiente lista, lista que mirará a la semana siguiente para ver si el libro (los libros) que ha comprado han avanzado algún puesto en el “hit parade” literario, y si este lector ha sido capaz de seguir el hilo de este párrafo hasta aquí puede que todavía tenga posibilidades de regenerarse y oponerse a ser aconsejado por críticos que no tienen ni puta idea, que son más bien interesados, y decida, a falta de mejor criterio, elegir los libros al azar, que no es un mal método y a mí, personalmente, me ha deparado gratísimas sorpresas y deleites literarios que no estoy dispuesto a revelar ni compartir, pues el buen lector debe ser un poco egoísta y no aconsejar lecturas que él ha encontrado con dificultad, siempre recorriendo caminos escarpados, esos que se encuentran por la periferia de la literatura oficial y publicada, y además, sospecha uno, la mejor literatura del momento no se publica, no encuentra quién se atreva a publicarla y deba reducirse a ser transmitida a los amigos, tiradas mínimas pero preciosas, ¡quién las encontrara!, y nada más, lector, improbable lector de estas líneas, no escuches los consejos de nadie en lo referente a los libros, ni siquiera los míos, guíate de tu brújula interior y escoge los libros por el título, por el nombre del autor o por el color de las tapas, que siempre leerás cosas mejores que aquellas que aparecen recomendadas en las listas de los suplementos literarios de los periódicos, que no tienen ni puta idea, repito, ni puta idea, ¡ah, ignorantes...!
La oveja feroz
18.07.09
sábado, 18 de julio de 2009
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