Queridos adefesios:
Debo confesaros una cosa: Yo no estuve en París en Mayo del 68. A lo que podría añadir: Ni repajolera falta que hacía. Cuando los sucesos de Mayo del 68 en París yo tenía 16 años. Yo estudiaba bachiller, Franco fusilaba y mi generación se aburría los domingos de bar en bar. Y no me enteré de lo que ocurría en la capital del país vecino. Y como yo, todos mis conocidos. Sin embargo, queridos adefesios, hoy parece que todos los personajillos de mi edad que han adquirido algún relieve han participado en las algaradas parisinas junto a Dany el Rojo y, quien más y quien menos, llegó a arrojar algún adoquín contra los transparentes escudos de los gendarmes. Si sumáramos toda la gente que presume de haber estado en París durante los celebrados sucesos, queridos adefesios, la población de la citada ciudad se hubiera multiplicado por varios números enteros. Lo que tampoco entiendo es la importancia que se otorga a tales sucesos. ¿Qué pasó de transcendente? Una algarada de estudiantes con ganas de marcha, una docena de pintadas con frases que los medios de comunicación han hecho célebres, un par de héroes juveniles que hoy se dedican al marketing o actividades igual de revolucionarias. ¿Algo más? Sí, lo único importante: la creación de un filón noticiable que los media utilizan hasta la saciedad. Cada Mayo la prensa vuelve con la turrada, y si ese Mayo cae en un año cuyo último dígito es 8, la turrada se multiplica exponencialmente. Para ver lo caprichoso de esta moda, queridos adefesios, os recordaré que en ese año de 1968, en Chicago, no sé si en Mayo, tuvieron lugar sucesos más extremos, enfrentamientos que dejaron líderes como Abbie Hoffman, Paul Krassner, personajes con mayor peso contracultural que los parisinos y que permanecieron fieles a sus ideales, Abbie hasta que se suicidó en el 86 y Paul en la actualidad. Y hubo más (Jerry Rubin, Mark Rudd, etc.), pero Abbie y Paul nos bastarían. ¿Qué medios mencionan estos hechos en sus crónicas? Pocos, y los que lo hacen, lo mencionan como apéndice menor a los sucesos de Mayo en París. Si se pusiera de moda el Mayo del 68 en Chicago, surgirían multitud de intelectualillos que casualmente se encontraban allí durante las revueltas.
La culpa de esta mitificación de una revuelta estudiantil sin importancia, queridos adefesios, la tienen los medios de comunicación, verdaderos beneficiados por estos sucesos, medios que se han hartado de escribir, hablar y proyectar imágenes hasta el cansancio... de los ciudadanos. Son ellos, los medios de comunicación los que han erigido el Mayo francés como el prototipo de la revolución perdida, revolución que, digámoslo sin tapujos, sólo existe en boca de los voceros periodísticos. Lo curioso es que ninguno de ellos ha tratado de imaginar qué hubiera ocurrido si unos estudiantes imberbes hubiesen logrado hacerse con el poder en el país vecino. No se atreven. Y no me extraña.
En resumen, queridos adefesios, una algarada del tres al cuarto ha sido elevada por la prensa al parnaso de las revoluciones, a paradigma de la revolución posible. Y esta sacralización ha sido apoyada por los nostálgicos de una generación que se considera revolucionaria pero ignora quién es Negroponte y exclama “va de retro” a la mera mención de Facebook o Twitter. Y me temo que esta recurrente paliza sobre Mayo del 68 durará hasta que los estudiantes de Berlín, Manchester o Sarajevo salgan a la calle y quemen varios vehículos, lesiones a pedradas a varios policías, lancen consignas dadaístas y, lo más importante, la prensa decida sustituir Mayo del 68 por una revolución perdida más reciente. Queridos adefesios, recemos para que los "medios" de comunicación nunca lleguen a ser “enteros”.
Para terminar, queridos adefesios del mundo (¡Uníos!), sólo se me ocurre que Mayo del 67 siempre lamentará la oportunidad que perdió. ¡Turras al paredón!
La oveja feroz
13.07.09
Debo confesaros una cosa: Yo no estuve en París en Mayo del 68. A lo que podría añadir: Ni repajolera falta que hacía. Cuando los sucesos de Mayo del 68 en París yo tenía 16 años. Yo estudiaba bachiller, Franco fusilaba y mi generación se aburría los domingos de bar en bar. Y no me enteré de lo que ocurría en la capital del país vecino. Y como yo, todos mis conocidos. Sin embargo, queridos adefesios, hoy parece que todos los personajillos de mi edad que han adquirido algún relieve han participado en las algaradas parisinas junto a Dany el Rojo y, quien más y quien menos, llegó a arrojar algún adoquín contra los transparentes escudos de los gendarmes. Si sumáramos toda la gente que presume de haber estado en París durante los celebrados sucesos, queridos adefesios, la población de la citada ciudad se hubiera multiplicado por varios números enteros. Lo que tampoco entiendo es la importancia que se otorga a tales sucesos. ¿Qué pasó de transcendente? Una algarada de estudiantes con ganas de marcha, una docena de pintadas con frases que los medios de comunicación han hecho célebres, un par de héroes juveniles que hoy se dedican al marketing o actividades igual de revolucionarias. ¿Algo más? Sí, lo único importante: la creación de un filón noticiable que los media utilizan hasta la saciedad. Cada Mayo la prensa vuelve con la turrada, y si ese Mayo cae en un año cuyo último dígito es 8, la turrada se multiplica exponencialmente. Para ver lo caprichoso de esta moda, queridos adefesios, os recordaré que en ese año de 1968, en Chicago, no sé si en Mayo, tuvieron lugar sucesos más extremos, enfrentamientos que dejaron líderes como Abbie Hoffman, Paul Krassner, personajes con mayor peso contracultural que los parisinos y que permanecieron fieles a sus ideales, Abbie hasta que se suicidó en el 86 y Paul en la actualidad. Y hubo más (Jerry Rubin, Mark Rudd, etc.), pero Abbie y Paul nos bastarían. ¿Qué medios mencionan estos hechos en sus crónicas? Pocos, y los que lo hacen, lo mencionan como apéndice menor a los sucesos de Mayo en París. Si se pusiera de moda el Mayo del 68 en Chicago, surgirían multitud de intelectualillos que casualmente se encontraban allí durante las revueltas.
La culpa de esta mitificación de una revuelta estudiantil sin importancia, queridos adefesios, la tienen los medios de comunicación, verdaderos beneficiados por estos sucesos, medios que se han hartado de escribir, hablar y proyectar imágenes hasta el cansancio... de los ciudadanos. Son ellos, los medios de comunicación los que han erigido el Mayo francés como el prototipo de la revolución perdida, revolución que, digámoslo sin tapujos, sólo existe en boca de los voceros periodísticos. Lo curioso es que ninguno de ellos ha tratado de imaginar qué hubiera ocurrido si unos estudiantes imberbes hubiesen logrado hacerse con el poder en el país vecino. No se atreven. Y no me extraña.
En resumen, queridos adefesios, una algarada del tres al cuarto ha sido elevada por la prensa al parnaso de las revoluciones, a paradigma de la revolución posible. Y esta sacralización ha sido apoyada por los nostálgicos de una generación que se considera revolucionaria pero ignora quién es Negroponte y exclama “va de retro” a la mera mención de Facebook o Twitter. Y me temo que esta recurrente paliza sobre Mayo del 68 durará hasta que los estudiantes de Berlín, Manchester o Sarajevo salgan a la calle y quemen varios vehículos, lesiones a pedradas a varios policías, lancen consignas dadaístas y, lo más importante, la prensa decida sustituir Mayo del 68 por una revolución perdida más reciente. Queridos adefesios, recemos para que los "medios" de comunicación nunca lleguen a ser “enteros”.
Para terminar, queridos adefesios del mundo (¡Uníos!), sólo se me ocurre que Mayo del 67 siempre lamentará la oportunidad que perdió. ¡Turras al paredón!
La oveja feroz
13.07.09
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