En un viejo libro de sermones, un tal Milsom nos dice que entre las muchas pruebas de la sabiduría y benevolencia de la Providencia residía en no haber creado el mundo durante el invierno, cuando Adán y Eva no hubieran encontrado nada que comer, sino en tiempos de cosecha, cuando había frutos en los árboles que llevarse a la boca. Otro comentador de lo divino alababa la Bondad Divina por haber hecho que los ríos más caudalosos circulasen cerca de las ciudades más populosas. Y es que los designios de la providencia pueden ser inescrutables, pero los diseños edénicos o urbanísticos responden a una planificación escrupulosa.
La oveja feroz
31.03.10
miércoles, 31 de marzo de 2010
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