Por fin se acaban las putas fiestas

Hoy se acaban las fiestas de El Pilar. Gracias a Dios, su padre y marido, porque si fuera por ella, o por los meapilas que la adoran, esto se prolongaría por siempre jamás. ¡Qué peñazo! Los que tenemos un mínimo de decencia civilizadora o cultura o simplemente cerebro, hemos de permanecer a salvo en nuestros domicilios hasta que pasen estas celebraciones. No puedes ir al centro, pues los autobuses van a rebosar, en coche imposible pues no hay donde aparcar y no te digo si te pilla la procesión del rosario de cristal u otra anormalidad similar, andando es una paliza, y total, allí, en el centro, o los muchos centros de estos días, sólo hay tropel de gente, los bares están sucios, son ruidosos y apenas si se cabe en ellos. Por las noches es peor, jóvenes descerebrados van vomitando por todo el casco antiguo, dejando vísceras con Kalimocho por el adoquinado. A la semana siguiente de las fiestas, muchos bares tienen que cerrar porque se les ha acabado las existencias de alcohol. Y yo me pregunto, ¿imaginan unas fiestas a cuya finalización tuvieran que cerrar las librerías por falta de existencias? ¿Qué se hubieran acabado los libros de poesía clásica, poesía simbolista francesa y de los pre-rafaelitas ingleses? ¿Qué no quedaran libros de Johns Keats y Pablo Neruda en ningún estante de la ciudad? Lo mismo con la filosofía. Todo Schopenhauer, el predilecto de los aragoneses, agotado. Por toda la ciudad panfletos contra Hegel o llenos de aforismos de Wittgenstein. ¡Menudas fiestas éstas! Desgraciadamente sólo para soñarlas. Lo que se agota, ya lo hemos dicho, es el kalimocho, el vinazo, el licor barato, y el zotal para las cuadrillas de limpieza del ayuntamiento. Así nos va. Menos mal, como digo, que se han acabado. A ver si volvemos a la vida normal, que muy normal no es que sea, pero en fin, menos ajetreada. A todos los fiesteros: ¡Qué os den!

La oveja feroz
17.10.10