Un desodorante cambia las costumbres ancestrales de un pueblo

El desodorante Rexona, con su poder de levantar la libido entre personas del sexo femenino, está cambiando las costumbres de Euskadi, lo que nuestros abuelos conocían como País Vasco. El rociarte las axilas con este producto, salir a la calle y ver que las mujeres te miran golosas y no huyen ante tu acercamiento, está provocando un cambio cultural que ya ha despertado alarmas entre los protectores de la identidad vasca. Aducen estos que la idiosincrasia de este pueblo, trabajador y cumplidor de su palabra, puede ir al traste si los jóvenes ligan más y dedican sus esfuerzos al sexo en vez de a labores tradicionales que servían anteriormente de sustitutos: cortar troncos, remar en traineras, levantar piedras y otras nobles tareas que este cambio cultural puede poner en peligro. El primer aviso de este cambio substancial en la actitud de los jóvenes vascos se ha dado en Orio, donde la tradicional trainera ha tenido que contratar extranjeros, en su mayoría negros, para poder competir, pues los antiguos remeros se han dado a las francachelas y según ellos: “Están jodiendo como locos”. El lado positivo es que la radicalidad de la juventud, y con ella el terrorismo, ha disminuido hasta casi desaparecer. Ya nadie quiere quemar autobuses, ni poner bombas, ni kale borroka, ahora quieren “kama borroka”, darse el lote y descubrir nuevas amigas en Facebook. Hay quien dice que Arzallus se está removiendo en su tumba. (Perdón, me dicen de la redacción que Arzallus todavía no está muerto; ahí va la hostia!).
Aconsejan los responsables de Rexona que este producto no se utilice en prisión (en llamada de atención a los presos vascos), pues puede despertar la libido de otros internos que, faltos de mujeres, sean seducidos por los efluvios que desprende este desodorante. Y luego pasa lo que pasa: que “se amplía el círculo” de amistades.

La oveja feroz
30.03.12