Dado el auge de la publicidad, su
influencia cada vez mayor en la sociedad, el acaparamiento de espacios en todos
los medios audiovisuales, la enseñanza de la filosofía ha dado un giro brusco y
ha decidido a profundizar en los mensajes publicitarios, en especial los
eslóganes de las distintas marcas. No más Platón, no más Kant ni escolástica ni
existencialismo. El análisis de los mensajes publicitarios, según los
responsables académicos de las facultades de filosofía, es suficiente para
comprender los mecanismos más íntimos de este melonar pensante que es el hombre.
A través de los mensajes, de su eficacia, se sabrá qué impulsa al homo sapiens, qué le incita, qué le
invita a seguir comprando, sinónimo de seguir viviendo. Desde un champú que
deja el pelo suave y frondoso hasta un teléfono inteligente de última
generación, desde un automóvil de bellas líneas aerodinámicas a unas sopas
instantáneas, la publicidad descubre las verdaderas apetencias del hombre, sus
más introspectivos deseos, en fin, radiografía su ser mejor que todos los
tratados filosóficos del pasado, ya obsoletos. Por último, advierten las
autoridades académicas que en algunas facultades se prohíbe a los materialistas
estacionarse en lo absoluto.
La
oveja feroz
19.07.14
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