Este aciago suceso sucedió en la
devota Tordesillas. El sujeto vestía con túnica y tenía barba, como Jesús, pero
en su apariencia de santo ermitaño desentonaba el cartón de vino Don Simón que
tenía siempre en la mano. Los jóvenes del lugar, que no tenían toros con los
que desahogarse, la emprendieron con el que consideraban mendigo infame y lo
patearon y los lancearon hasta matarlo. Llevado su cuerpo al matadero
municipal, que allí hace las veces de tanatorio, el supuesto mendigo mostró
signos de incorruptibilidad extraordinarios. Al cabo de tres días, el linchado
resucitó y ascendió a los cielos haciendo higas hacia los atónitos observadores
de tan extraño suceso. El cartón de Don Simón se lo dejó de legado a los
habitantes de la culta ciudad, que desde ese momento lo adoran en una
hornacina.
La oveja feroz
07.12.15
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