Sitúense en la Universidad de Yale, en 1960. A un grupo de voluntarios pagados se les dijo que estaban ayudando a un experimento sobre los efectos del castigo en el aprendizaje. Cada voluntario se sentaba en un lugar desde donde observaba a alguien sometido a un test, una persona que llevaba electrodos conectados a un panel de mandos donde operaba. El voluntario fue instruido en el sentido de que, cada vez que el sujeto contestara erróneamente a una pregunta, debía tirar de un interruptor que resultaría en una dolorosa descarga eléctrica en el sujeto del experimento. Cada nueva pregunta equivocada, aumentaría el voltaje de la descarga. En total había treinta interruptores, que iban desde el rango denominado “efecto liviano” hasta “Peligro-descarga peligrosa”.
Al voluntario se le ocultó, sin embargo, que el sujeto del test era un actor y que en realidad no se producía ninguna descarga. El actor simularía un dolor cada vez que el voluntario tirase del interruptor. Cuando un voluntario se mostrase renuente a tirar del interruptor, el encargado debía decirle algo del estilo: “El experimento precisa que usted continúe”. Bajo estas condiciones, dos tercios de los voluntarios continuaron tirando de los interruptores cada vez que la respuesta era equivocada, incluso cuando el sujeto mostraba dolores de agonía. Un tercio rehusaron a provocar semejante sufrimiento.
Se denomina Milgram en honor del nombre del psicólogo que llevó a cabo este experimento. Pero se le podría denominar de otras maneras, como “experimento sobre la barbarie humana”, “experimento que demuestra el verdadero talante del hombre”, y otras lindezas que nos llevan a comprender por qué han sucedido genocidios a lo largo de nuestra historia, algunos muy recientes. La excusa de los ejecutores es siempre la misma: yo obedecía órdenes. A los que dan esta excusa habría que ordenarles: ¡Mátate!
La oveja feroz
01.05.2011
domingo, 1 de mayo de 2011
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Acaso ese experimento fuese una simulación.Las torturas aplicadas en Guantánamo como en sus sucursales son auténticas y las fotos que han circulado por los medios no las desmienten.Hay momentos que ser parte del género humano es total y absolutamente denigrante.
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