Memoricen esta frase de Santiago
Ramón y Cajal: “¡Felicísimo país el nuestro, en donde la casaca ministerial, la
toga y el blasón no delinquen jamás!”. Cambien la casaca ministerial por la
presidencia de una comunidad autónoma o la presidencia de un banco en ruinas, la
toga por trajes hechos a medida y tendrán una visión certera, pero triste, de
la justicia en cierto país mediterráneo. Decía Confucio que ver la justicia y
no hacerla es cobardía, como cobardes fueron los componentes de un jurado
popular valenciano de cuyos nombres es mejor no acordarse. Y cierro este
desahogo triste, y con un gran sentimiento de frustración, con otra frase, ésta
de Oscar Wilde: “Hay solamente una cosa peor que la injusticia y es la justicia
sin su espada en la mano. Cuando el derecho no es la fuerza, es el mal”. El
mal, el mal, todo vuelve a comenzar.
La oveja feroz
18.10.14
Donde dice comerciantes léase hoy banqueros.
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