Me he enterado que cuando murió Jerry
García, el líder del grupo The Grateful
Dead, su cuerpo fue incinerado y sus cenizas mezcladas con marihuana; con
la mezcla se confeccionaron porros y en una ceremonia privada, su familia, los
restantes miembros de la banda y algunos amigos escogidos se lo fueron fumando,
pasándoselo de unos a otros. Esto es la verdadera comunión. Nada de
transubstanciación, nada de convertir el vino en sangre y el pan en carne,
actos mórbidos y macabros. Mejor el humo, el humo que tonifica y divierte. A mí
ya se me ocurrió la idea cuando elucubre el siguiente anuncio:
lunes, 22 de febrero de 2016
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