El otro día, el periodista (sic) Arcadí Espada, en su columna de El Mundo, afirmaba que en la redada contra un prostíbulo de Arganzuela, Madrid, habían detenido al escritor Javier Cercas. Al parecer lo hizo para vengarse, porque Cercas defendía en un artículo la ficción en el periodismo. Pero lo que sostenía Cercas (en relación a un artículo de Francisco Rico defendiendo el derecho a fumar y dónde decía no ser fumador, siéndolo, y mucho) era que un poco de ficción, si no desvirtúa la verdad del caso, puede poner aliciente a la lectura de una noticia. En el caso de Francisco Rico, el ser fumador o no serlo, según Cercas, no modificaba el argumento de su defensa. Pero Arcadí Espada, con el que Cercas ya había mantenido algún roce dialéctico, quizá celoso de los éxitos de Cercas y de su propia insignificancia literaria, no tuvo mejor idea que hacer que su contrincante fuera detenido (un poco de ficción, claro) en la redada a un prostíbulo. ¿En qué coño se está convirtiendo el periodismo en este puto país? ¿O sería más apropiado decir en este Mundo? ¿No existe el mínimo respeto de estos profesionales (sic) por su código deontológico que impida la difamación? Pues no, no lo hay. Y tal como está la judicatura y sus lamentables fallos, es mejor no intentar ese camino. Por cierto, no sé si lo saben, pero el nombre de Arcadí Espada aparece como uno de los integrantes de una red de pederastas recién descubierta. Ya tenía razón Karl Kraus: “¡Ay, ay de la prensa! Si Cristo viniera ahora al mundo, tan cierto como que vivo, que no señalaría la paja en el ojo a los fariseos, sino a los periodistas”.
La oveja feroz
18.02.11
viernes, 18 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario