Invítoles a leer con atención las siguientes sentencias y, mientras las leen, traten de averiguar qué lumbreras las ha lucubrado:
. El que recio se suena
las narices sacará sangre.
. El testigo verdadero no mentirá
mas el testigo falso hablará mentiras.
. La oreja oye y el ojo ve:
Jehová hizo aun ambas cosas.
. El ánima del impío desea mal,
su prójimo no le parece bien.
. Dice el perezoso: El león está fuera,
en mitad de las calles seré muerto.
. El altivo de ánimo revuelve contienda,
mas el que confía en Jehová engordará.
Considero la muestra representativa del resto de dichos emanadas de esta insigne inteligencia. ¿Quién creéis que ha emitido tal cantidad de vaciedades, tantas obviedades de pardal? Pues nada menos que el rey Salomón, paradigma de la sabiduría, patrón de la inteligencia, sabio entre los sabios. ¿Cómo nos han inculcado durante tantos años que un tipo capaz de escribir semejantes necedades y ramplonerías de verdulero fuera un sabio? La muestra anterior está sacada de la Biblia, concretamente de los Proverbios de Salomón, y no está especialmente seleccionada para confeccionar esta inventiva. ¿Cómo han podido hacernos creer que este señor fuera un sabio, el sabio más grande de la antigüedad? ¿Cómo nos han hecho comulgar con semejante rueda de molino bíblico? Leamos con ojo crítico los Evangelios, la Biblia, el Corán, Los Uppanishad, y probemos la estulticia que encierran estas obras reverenciadas, su procedencia simiesca, su petulante vaciedad.
La oveja feroz
08.01.11
martes, 8 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario