En
la residencia La longevidad, en
Zaragoza, estando todos los residentes en el salón de juegos y ordenadores, una
anciana, Conchita, anunció alarmada que había desaparecido el cable de la wi-fi
y que no se podría ver la Internés. Todos los demás ancianos, también alarmados,
pues solían meterse en Intenet a ver las páginas webs de su pueblo y comentar
alguna foto con sus amigos de residencia, se pusieron como locos a buscar el
dichoso cable. Tras media hora de zafarrancho por toda la residencia buscando,
el problema fue solucionado por la llegada del nieto de una de las ancianas,
que explicó que la wi-fi no tenía cable. Aun así varios abuelos movieron la
cabeza poniendo en duda la afirmación del mozalbete y diciéndose: “Si, claro,
sin cable. Qué sabrá este mocé”. Tras la aparente calma, los ancianos aún
siguen mirando por todas parte, eso sí, con disimulo, por si aparece el dichoso
cable.
La
oveja feroz
30.10.14