lunes, 25 de noviembre de 2019

Críticas cinematofágicas: Con la muerte en los talones… bancarios


Con la muerte en los talones... bancarios

Thriller magistral del magistral director Alfred Bitch-cock. Un hombre se hace con un dinero de la Cosa Vostra por pura casualidad. Esta circunstancia da lugar a una persecución del inocente sujeto por parte de la banda financiero-criminal, que sigue su rastro a través de los talones que el hombre va prodigando por las principales tiendas del país. Con cierta dosis de humor (como cuando el director del banco donde deposita el dinero se ofrece a blanqueárselo y él responde que lo prefiere verde) y detalles de crítica social (cuando el tipo junta de golpe dos talones y todo el personal de hotel se cuadra y saluda con el brazo en alto), Bitch-cock logra una simbiosis perfecta entre la ataráxica cotidianeidad de lo sublime y la esotérica astucia del que ha superado el hastío de una Weltanschauung posibilista. En resumen, que es inteligente y divertida. Cary Grand & Free da vida al, sin duda, mejor personaje de su carrera. No podemos decir lo mismo de su pareja, SinGrace Kelly, algo acartonada de expresión y con esa piel que parece siempre recién duchada. Película recomendable para todos los púbicos.

Fred Cimeman
25.11.19

lunes, 4 de noviembre de 2019

Críticas cinematofágicas: West Sida Story


Críticas cinematofágicas: West Sida Story

West Sida Story

Film musical galardonado con 10 estatuillas de la Academia de Artes Plastas. Stanley Livingston dirige esta película que habla de barrios marginales en un Nueva York postmodernista. Una banda de chicanos se pelea con unos colgaos, aunque rubios, de Brooklyn. Durante la reyerta, se mezclan las sangres y los chicanos resultan contaminados de sida por los blancos drogotas. Para terminar de enmierdarlo todo, uno de los chicanos infectados contagia a su novia de ascendencia italiana, dando lugar a una vendetta por parte del capo principal de Little Italy, que es otro barrio neoyorquino. Las escenas muestran tanta sangre que incluso un cámara resultó contaminado. O al menos eso es lo que él aduce, y pide por ello una indemnización millonaria. Las escenas de baile, demasiado abundantes, como la sangre, permiten el lucimiento de un jovencísimo y ágil Charleston Heston. Renatalie Blood está preciosa, como de costumbre. El film se cierra con un anuncio de condones, imposición de la empresa que los fabrica y que también financia la película. Por cierto, que el Vaticano participa en el capital de la citada empresa. Pero esto pertenece a otra historia, una historia jamás filmada.

Fred Cimeman
04.11.19