Enfadado, el lobo pepero se va y se disfraza de empresario sin escrúpulos. Así ataviado con esa segunda piel, se dirige al burdel de la abuelita por un atajo. Allí el lobo la espera y cuando llega la de la caperuza colorá, le arranca la cesta y se come todos los condones. Las putas, todas inmigrantes ilegales, protestan, pues la máquina no tiene existencias y tienen que ganarse la vida. Muchos clientes, ante este incidente, no esperan y empiezan a marcharse. La abuelita entonces llama a un concejal socialista que tiene una escopeta y le pide ayuda. El concejal acude, le pega un tiro al lobo disfrazado de empresario del ladrillo del PP, le abre la tripa y le quita los condones. Se repone la máquina. Las putas pueden ahora aprovisionarse de tan preciado producto y vuelven al tajo.
Pero ahí no acaba la cosa, los correligionarios del lobo pepero acusan al concejal socialista de prevaricar, de fomentar la inmigración ilegal y finalmente de matar a una especie protegida, como es un empresario del PP.
Y colorín colorado, este cuento me ha acalorado.
La oveja feroz
24.02.09
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