lunes, 21 de febrero de 2011

La fe de los pardillos como un gran negocio

El pardillismo no consiste sólo en ser víctima del tocomocho tal como nos lo han dado a entender. Existe un tocomocho más rentable: el tocomocho religioso, engaño imparable, estafa inerradicable y sin quejas por parte de los timados. El timo perfecto. Nos referimos a los santuarios de la cristiandad y al gran negocio que hace con los peregrinos y la venta de souvenirs, además de los negocios hoteleros y de comida que florecen a su amparo. Examinemos, por ejemplo el «fenómeno Lourdes», un negocio que, en ciento cincuenta años, ha llevado a la ciudadela de los Pirineos a un número impreciso pero cercano a los trescientos millones de fieles. ¿Se imaginan el dinero que eso supone a poco que cada peregrino, o visitante, haya comido, bebido o comprado una virgencita de plástico? Me río del turismo de España. Y siguiendo con las cifras, sepan que de esos visitantes unos veinte millones eran enfermos que acudían a sanarse mediante una cura milagrosa, pero sólo sesenta y seis han obtenido el certificado oficial de curación milagrosa: un porcentaje claramente inferior al de las remisiones espontáneas de las enfermedades crónicas, cáncer incluido, que es de cerca de uno sobre diez mil. Visto laicamente, es más provechoso para la salud y la curación quedarse en casa que viajar a Lourdes. Pero aquí no hablamos de salud sino de dinero. Y la Iglesia, ya lo sabemos, se preocupa más de lo crematístico que de lo sanitario. Algo parecido a lo de Lourdes es lo de Fátima, segunda ciudad milagrera en el ranking de visitantes… y de negocio. Y con una inversión mínima: unos pastorcillos ignorantes y una cueva. Genial. Asunto digno de que la escuela de negocios de Harvard les visite para aprender. ¡Ah, que rentable resulta la fe de los pardillos!

La oveja feroz
21.02.11

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