lunes, 14 de marzo de 2016

Trifulcas de liturgia

Focio refiere que, en cuanto el sacerdote llegaba al altar, era cos­tumbre en la Iglesia de Constantinopla que el pueblo dijera cantando: Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal; a cuyas palabras Pedro Le Fou­ton añadió estas otras: por nosotros crucificado, tened piedad de noso­tros. Los católicos creyeron que esa adición contenía el error de los eustatianos; pero sin embargo siguieron cantando el trisagio con la in­dicada adición por no irritar al emperador Anastasio, que acababa de deponer a Otto Macedonio y de colocar en su sitio a Timoteo, por or­den del que se cantaba esa adicción. Pero llegó un día en que varios frailes entraron en la iglesia, y en vez de la adición cantaron un versículo de salmo, y el pueblo exclamó complacido: «Los ortodoxos han llegado oportunamente.» Los partidarios del Concilio de Calcedonia cantaron, acompañando a los frailes, el versículo del salmo; los eusta­tianos se opusieron en voz alta y con violencia; quedó interrumpido el santo oficio, se pegaron en la iglesia, salió el pueblo en busca de armas y causó en la ciudad espantosa carnicería, no apaciguándose su furor hasta después de matar diez mil hombres. (Voltaire)
¡Cuántas masacres por la puta liturgia se dieron desde entonces!

La oveja feroz

14.03.16

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