lunes, 26 de diciembre de 2016

Críticas Eliterarias: Sobre el origen de las especias…

Sobre el origen de las especias
de
Charles Darwin von Pepper


Sobre el origen de las especias es libro picante, sabroso, condimentado con anécdotas y haute cousine literaria. Todo nace de un viaje que su autor, ayudante de cocinero (marmitón) de un restaurante escocés, emprende alrededor del mundo buscando nuevos sabores con los que entretener el paladar de sus conciudadanos, que tenían el suyo echado a perder con los guisotes á la Inverness y la cerveza negra de alta graduación. Como grumete, se enrola en el bergantín Freagle, que iba a dar la vuelta al mundo porque su capitán, un sibarita liverpoolnés, se le había puesto en los huevos hacer semejante periplo y olvidarse de su mujer y cinco hijos que dejaba en el pueblo de los Beatles, aunque entonces no lo sabían, pero que de haberlo sabido le hubiera dado igual, pues odiaba la música, salvo la de las esferas, dos bolas de latón que no paraba de tocar durante las travesías.
            En el Freagle, Darwin von Pepper iba recogiendo muestras de especias en cada puerto que recalaba, algo de clavo por aquí, algo de pimienta por allá, y luego lo ordenaba todo sobre una mesa y los registraba. Con sus registros acudía al marmitón del Freagle y le decía, que sin enterarse el cocinero, un malayo de malas pulgas y perores salsas, fuera echando en los peroles un poco de cayena, un poco de nuez moscada, una puntadita de azafrán, una raya de pimentón. Darwin anotaba en su cuaderno, de forma precisa, los efectos de las diversas especias sobre los comensales (así llamados porque “comen sales”, lo cual era perjudicial para la salud). Al hilo de estas observaciones, Darwin pudo ver la evolución de los condimentos en base a las distintas especias utilizadas, llegando a la conclusión de que la cocina evolucionaba…

Leo Bücher

26.12.16

lunes, 19 de diciembre de 2016

Unas píldoras de Voltaire para curar la ignorancia

¿Qué es más que una superstición creer que la sangre de San Ja­vier se derrite todos los años cuando la acercáis a su cabeza? ¿No se­ría preferible obligar a que se ganaran la vida diez mil holgazanes na­politanos, ocupándolos en trabajos útiles, que hacer hervir la sangre de un santo para divertirles?  Valía más que hicierais hervir su marmita.
¿Por qué bendecís aún en Roma los caballos y los mulos en Santa María la Mayor? ¿Por qué salen esas procesiones de flagelantes en Ita­lia y en España, que van cantando y dándose disciplinazos a la vista del público? ¿Creen acaso que el paraíso se conquista a latigazos?

(Voltaire)

La oveja feroz
19.12.16