El budismo,
es sabido, busca mediante la meditación y los preceptos de Buda apartar la
mente de los asuntos mundanos, busca el no hacer, la quietud primordial, el
nirvana. Pues bien, yo predicaría justo lo contrario, una especie de reverso
del budismo: el Estado de Total Preocupación. Preocupación por el deterioro
medioambiental, por la expansión de las plagas, por el hambre que no cesa, por
la codicia de los poderosos, por la incultura que no cesa, por la deficiente
enseñanza, por la intransigencia religiosa, por el terrorismo, por los muertos
en la carretera, por la luna lunera cascabelera. Todo debe llevarnos a la
insularidad y la insolidaridad. Cada apartamento de mierda una célula aislada y
beligerante. Cada inquilino dentro de ella, un hombre resentido, humillado,
ofendido, por los bancos, por la municipalidad, por Hacienda, por los canales
basura de televisión. El pánico como única salida de esta rueda de la
existencia sin esperanza. El pánico exquisito, dulce pánico, miedo vigorizante,
único valedor para la lucha por la existencia precaria, subhumana,
insustancial.
La oveja feroz
11.12.17
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