Casi todos
los días tengo que oír que este país es un país de mierda. Así lo proclama con
innegable convencimiento mi amigo el Conseller. A veces se le une en tan
tétrica proclama el adalid de los yates con francesas. A veces, no lo oculto,
yo me uno a tal diatriba. Depende del día. Pero para el Conseller no hay días,
ni horas, ni excepciones. Este es un país de mierda. Y punto. Y total, ¿en qué
basa su deducción? ¿En que los jueces condenan a un indigente a cinco años de
cárcel por robar una barra de pan y exoneran a los altos directivos de los
bancos por haber robado cientos de millones? ¿En los varios incompetentes que
detentan responsabilidades de gobierno y en la estulticia y demagogia de la
oposición? ¿En los miles de munícipes que se dejan sobornar por la mafia del
ladrillo? ¿Por la impunidad de los banqueros en las crisis económicas mientras
se pide, por boca de estos banqueros o sus sicarios, el abaratamiento de los
despidos? ¿En la hipocresía insuperable de la Conferencia Episcopal y sus
subnormales consignas a los fieles? Total, si miramos en nuestro entorno vemos
cosas peores. Si de gobernantes se trata, tenemos un presidente payaso y
fascista en Italia, mayores casos de corrupción en Italia, un país dominado
enteramente por las mafias (Italia), un país subyugado por la televisión del
poder y sin margen para la libertad informativa, como en Italia, un país donde
el papado impone sus demagógicos y anacrónicos puntos de vista a la sociedad en
su conjunto, como en Italia... Dios mío, nos gana Italia. ¡Ni siquiera somos
los primeros en el ser un país de mierda! A ver si va a tener razón el
Conseller. ¡Vaya país de mierda!
Esto lo escribí en el año 2009. Cualquier parecido con la
actualidad no es mera coincidencia.
La oveja
feroz
15.01.18
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