martes, 8 de marzo de 2022

Críticas cinematofágicas: Basalto al tren de Glasgow

 Críticas cinematofágicas:


Basalto al tren de Glasgow

 

Un grupo de mineros galeses deciden asaltar el tren de Glasgow y robar el cargamento de linimento que transporta. Con ese linimento podrían paliar los sufrimientos de miles de mineros en las minas de su tierra. Para tal fin contratan a un cerebro inglés, quien planea el robo con meticulosidad británica. El sonriente cerebro (magníficamente interpretado por Alec Grinnes) llega a la conclusión de que la única manera de parar el tren es arrojándole basalto a las vías. Los mineros se miran entre sí y dudan si habrán elegido al cerebro correcto. El encargado de contratarlo alega que él buscó en la guía, en la sección de cerebros, y que la única institución que venía era un "Brain Sana Torium", y que "sana" en latín venía de salud, y por eso lo había contratado. Contra todo pronóstico, el "cerebro" les convence y los mineros cargan con sacos de basalto hasta un terraplén por donde ha de pasar el tren. Llega el tren y los mineros, a una orden del cerebro, cogen trozos de basalto y los lanzan contra las vías y la máquina. El tren sigue su curso y el cerebro grita: "¡Basalto, basalto!" Los mineros entienden ¡Más alto, más alto! y lanzan los trozos de mineral por encima de los vagones. El tren se va y los mineros quedan encima del terraplén, confundidos y con las manos doloridas de tanto arrojar basalto. El cerebro les mira y les conmina a devolverlo al sanatorio. Con el mineral restante, los mineros sepultan al encargado de buscar el "cerebro" y, reconociendo su error, se vuelven en autobús a su pueblo. Comedia agridulce que demuestra de nuevo la maestría británica en la comedia negra. Negra como el basalto.

 

Fred Cineman

Crítico de su majestad

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