jueves, 6 de agosto de 2009

ADN y ética

¿Es legítimo pedir a los acusados de violación una muestra de su ADN? La mayoría de la gente diría que sí. ¿Y si se exigiera una muestra de ADN para poder presentarse, digamos, a unas elecciones a presidente de un país? De haber sido este el caso, el malogrado John F. Kennedy no hubiera podido presentarse, pues sus muestras de ADN hubieran mostrado que padecía un grave problema médico en las glándulas suprarrenales. Y el que fuera vicepresidente de los EE.UU., Hubert Humphrey poseía una mutación genética cancerosa P-53 asociado al cáncer de vejiga (murió precisamente a causa de esta enfermedad). Y si se logra descodificar toda nuestra composición genética y ésta pudiera guardarse en un CD (cosa más que factible en un par de años), ¿no sería fácil que un J. Edgar Hoover del futuro se confeccionara un archivo genético de sus enemigos (y amigos) políticos? Porque, ¿quién iba a impedir que el susodicho Torquemada del FBI obtuviera un pelo del cabello de quien quisiera y lo analizara para obtener sus códigos genéticos? Sabido es que el agresivo e implacable director del FBI (que a la postre resultó ser homosexual), intimidó a los políticos de su tiempo porque guardaba en sus archivos deslices sexuales y hábitos de bebida, entre otros “secretillos”, de los susodichos. Con el ADN todo será más fácil, más sutil, más “científico”. ¡Quememos nuestro ADN ahora que es nuestro!

La oveja feroz
06.08.09

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