jueves, 12 de noviembre de 2009

Décima epístola a los adefesios

Queridos adefesios:

Hoy me gustaría hablaros de Dios. Sí ya sé que es un tema modesto, pero hay que ser también humilde. ¿Habéis considerado alguna vez la posibilidad de que Dios pudiera ser una mujer chiflada? Esta pregunta formulada por el adefesio Robert Anton Wilson, para quien Dios no es más que un signo taquigráfico para definir nuestra actitud hacia la naturaleza del universo, podría generar una nueva metafísica para colgados. Colgados que, como Santayana, podrían afirmar: "No hay Dios y María es su madre". Una buena divisa.
Y es que hoy en día, queridos adefesios, se ha perdido ese reverente temor ante la palabra Dios, una palabra que ciertos pueblos elegidos no podían ni pronunciar si querían evitar la ira de su creador. Hoy "Dios" no es más que eso, una palabra, y su mayúscula una mera convención ortográfica que se puede saltar a voluntad y sin mayor desdoro. Aparte de una mera palabra, Dios es también la justificación existencial de miles de millones de personas. Pero eso carece de importancia.
¿Es Dios el caballo de Troya de los Papas, como insinúa Karlheinz Deschner? ¿Es Dios un Demiurgo Matemático y la Ciencia su profeta, como aventura Bart Kosko en su obra The Fuzzy Logic? ¿Será cierto, como nos asegura Rodrigo Fresán, escritor argentino, e insigne adefesio, que Dios no existe pero es un gran personaje? ¿Es Dios el inefable GADU, el Gran Arquitecto del Universo? Yo en este asunto me inclino a pensar como Francisco Umbral, quien dijo que Dios y el imperativo categórico existen en cuanto que se habla de ellos y sobre todo mientras se habla de ellos. Luego Dios existe, en mi caso, mientras garabateo estas líneas. ¿Y luego? Luego nada. Luego, a quien me hable de Dios, le callaré diciendo que no sabe de lo que está hablando.
Sigamos con el monotema. En esto de Dios hay mucha confusión. Nietzsche opinaba que en las religiones pesimistas, a Dios se le denomina "Nada", y Ludwig Wittgenstein proponía que hiciéramos divinidades de las constantes lógicas. Hermann Hesse, intimista y algo místico, manifestó que no hay más Dios que el que habita en nosotros, y Cioran nos dice que más allá del propio Dios se eleva la Nada. ¿En la Nada se cierra el círculo?
Hay opiniones muy respetables, y sinceras, queridos adefesios, que nos arrojan una imagen muy negativa de Dios. Empecemos con Bertrand Russell: "Soy capaz de imaginar un demonio sardónico que nos creara para su diversión, pero no puedo atribuir a un ser que es sabio, benéfico y omnipotente el peso de la crueldad, el sufrimiento y la irónica degradación de lo mejor que existe". Un poco en la línea de R. A. Wilson: "No serviré a un dios que mata con cáncer". Y aquí respetamos la minúscula. Pero quizás sea de nuevo el columnista patrio Francisco Umbral quien nos aclara esta aparente contradicción: "El dolor humano parece una negación de Dios, pero en realidad es su más firme sustento". En vista de lo anterior no nos resulta extraño lo que le aconteció a Aleister Crowley, ese mago drogadicto y tocahueos: "Dios y Satán lucharon por mi alma durante aquellas tres largas horas. Ganó Dios. Ahora la única duda que me queda es saber quién de los dos era Dios".
Ante esta actitud negativa, ¿no convendría revelarnos contra la divinidad, escupirle en la cara? Esto es lo que propone, o admite, la novísima Iglesia de los SubGenios: "Todos tenemos derecho de escupir en los ojos de los dioses colectivos; ¿acaso no los hemos creado nosotros?" Y después, Iglesia a la altura de los tiempos, nos llama a sus filas con reclamo atractivo: "¡Salvación eterna o le triplicamos su dinero!" Esta sí que es una religión con visión de presente, una Iglesia adaptada a esta época subyugada por el marketing y las ofertas tres por uno. Y es que hoy no se da algo por nada. Claro que antes tampoco. Schopenhauer nos lo advirtió ya en otro siglo: "Puede asegurarse de forma general que lo que se da a Dios se quita de los hombres".
Para concluir, queridos adefesios, traigamos a colación otra original declaración de Francisco Umbral: "Dios o los cazadores de Arkansas, los tramperos. Dos temas que no me van". Quizá me anime a escribir un artículo sobre los tramperos, que es un tema que tampoco me va.
Si alguien de entre vosotros, queridos adefesios, se siente ofendido por esta disgresión, o cree que trato con poco respeto las creencias ajenas, le contestaré con palabras de William Burroughs: "Cada Dios es responsable de sus fieles". Adieu, pardieux.

La oveja feroz
12.11.09

2 comentarios:

  1. Me haces recordar una eximia violinista que deseaba perfeccionar su Arte y se presentó con el Maestro Milstein. Milstein la escuchó y cuando terminó de interpretar le dijo:"Pero, hija mía,yo ya no tengo nada que enseñarle. Ya Ud. lo sabe todo!"

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  2. Lambert, sugiero banda sonora para el post: Extremoduro, Jesucristo Garcia: http://www.youtube.com/watch?v=v_pf9KA5iFY

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