miércoles, 14 de julio de 2010

Décimonovena epístola a los adefesios

Queridos adefesios:

Hoy quiero hablaros de un nuevo profeta (un “ella” profeta) de nuestro credo. Se trata de la gurú del sexo Annie Sprinkler. Annie, queridos adefesios, es una célebre y carismática gurú de las artistas porno. Dedicó muchos años de su juventud a explorar posibilidades sexuales trabajando en clubes de mala muerte en Manhattan e interpretando papeles en películas porno, oficio en el que consiguió ser casi una leyenda. Conocida por los llamativos apodos de "Reina de las sotas", "Madre Teresa del Sexo", "La mujer renacimiento del porno", etc., su foto ha aparecido en todas las revistas de sexo y fetichismo de los EE.UU. En la cúspide de su fama, montó un espectáculo sexual que calificó "Post-Porno Modernista" y que dio origen a un nuevo tipo de feminismo. Annie, queridos adefesios, es una persona alegre y dicharachera, optimista, sensual (siempre parece al borde del orgasmo) y aparentemente feliz. Después de 22 años dedicada al sexo, lo que le otorga una extensa experiencia en dicho campo, Annie ha publicado cientos de artículos sobre el particular y un libro autobiográfico, ha producido y dirigido videos de sexo, algunos exclusivamente para lesbianas, y ha sido invitada a pronunciar conferencias en museos, universidades, centros de salud, etc. Sus charlas han versado sobre temas como: "Placeres, beneficios y política de la sexualidad femenina en los 90", "Técnicas sagradas del sexo", "Conciencia del orgasmo cósmico", "Secretos del puterío sacro", ...
Para Annie el sexo no consiste solamente en dos cuerpos que se abrazan y se unen por los genitales. Para ella el sexo, queridos adefesios, se entronca con lo espiritual y anímico.
Una anécdota que define perfectamente el carácter de Annie es la siguiente: cierta vez que estaba siendo entrevistada para una publicación, Annie interrumpió las preguntas de los reporteros anunciándoles que necesitaba correrse. Se excusó, tomó un vibrador, se retiro a un cuarto adyacente y se masturbó. De vuelta con sus entrevistadores, apareció relajada y feliz.
Cuando recuerda su niñez, una niñez sin sexo en el seno de una familia de clase media de Los Angeles, lamenta el tiempo desperdiciado. Y es que entonces ignoraba que el sexo era una opción. La única memoria sexual que guardaba de cuando era pequeña era que solía despertarse de madrugada con ganas de hacer pis. Debido a que la vejiga le presionaba su punto G, cerca del nacimiento del clítoris, ello le proporcionaba diminutos orgasmos. Desde entonces no puede dejar de relacionar el acto de orinar con el orgasmo. Pero en aquella época ella ignoraba que eso fueran orgasmos. Ella sólo era consciente de que se trataba de una sensación maravillosa. Aparte de esto, su único contacto con el sexo durante aquella sórdida pubertad fue la menstruación, que le disgustaba. Y algunas conversaciones oídas en el patio de la escuela.
Annie perdió su virginidad a los diecisiete años. Le pareció un hecho deslumbrante. Le extrañó que tratándose de una experiencia tan fantástica nadie hablara de ello ni hiciera publicidad al respecto. El día que perdió la virginidad fue para ella uno de los días más felices de su vida. Un año más tarde se inició en la prostitución, otro feliz paso en su existencia. Ansiaba saberlo todo sobre el sexo, su hambre de conocimientos sobre esta materia era insaciable.
El sexo, el pensar en el sexo, de creer a nuestra nueva profeta, genera en el cuerpo neuropresina, una sustancia que combate la enfermedad. El sexo puede curarlo todo... menos las hemorroides, solía manifestar Annie con humor. Que el sexo cura, lo demuestra la siguiente anécdota que la revista Research recogió en un artículo sobre Annie: cierta vez una persona estaba sufriendo un ataque grave de asma y Annie salvó su vida haciéndole una mamada. En otra ocasión, Annie se encontraba ingresada en una clínica para someterse a una operación de encías. Éstas le dolían a más no poder y ningún calmante lograba hacer desaparecer los dolores. Encontrándose bastante mal, en lo menos que pensaba Annie era en el sexo. Pero un amante suyo logró aliviarle metiéndose debajo de las sábanas y chupándole el coño hasta provocarle un orgasmo. Ese orgasmo fue más eficaz que los calmantes.
Annie se considera afortunada por su gran sexualidad. Le sorprende que la gente no quiera hacer pornografía, o ser puta, o aprender más acerca del sexo.
Para Annie, queridos adefesios, no hay llaves maestras para el sexo. Llaves diferentes abren puertas diferentes. Está la llave del amor y el romance, la que enseña a respirar apropiadamente, etc. No obstante, superar el concepto de vergüenza y de culpa abre muchas puertas. Para algunos la clave puede estar en aprender a decir sí, y para otros en aprender a decir no. Pero la clave principal, de existir alguna, es el tiempo. El sexo necesita tiempo, mucho tiempo: tiempo de preparación, tiempo para su ejecución, para su deleite, para su recuerdo.
Annie actualmente está terminando un documental sobre el orgasmo y prepara una baraja de "Placer" con fotos de mujeres desnudas que ha ido recogiendo a lo largo de su vida de artista. De momento está inmersa en una relación de monogamia con su amiga Hillary, experimentando con el sexo zen y entrenando al perro de su amiga para que les practique cunnilingus.

¡Haya placer en el mundo, y que comience por mí!
(Annie sprinkler)

Las oveja feroz
14.07.10

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