Al voluntario se le ocultó, sin embargo, que el sujeto del test era un actor y que en realidad no se producía ninguna descarga. El actor simularía un dolor cada vez que el voluntario tirase del interruptor. Cuando un voluntario se mostrase renuente a tirar del interruptor, el encargado debía decirle algo del estilo: “El experimento precisa que usted continúe”. Bajo estas condiciones, dos tercios de los voluntarios continuaron tirando de los interruptores cada vez que la respuesta era equivocada, incluso cuando el sujeto mostraba dolores de agonía. Un tercio rehusaron a provocar semejante sufrimiento.
Se denomina Milgram en honor del nombre del psicólogo que llevó a cabo este experimento. Pero se le podría denominar de otras maneras, como “experimento sobre la barbarie humana”, “experimento que demuestra el verdadero talante del hombre”, y otras lindezas que nos llevan a comprender por qué han sucedido genocidios a lo largo de nuestra historia, algunos muy recientes. La excusa de los ejecutores es siempre la misma: yo obedecía órdenes. A los que dan esta excusa habría que ordenarles: ¡Mátate!
La oveja feroz
01.05.2011
Acaso ese experimento fuese una simulación.Las torturas aplicadas en Guantánamo como en sus sucursales son auténticas y las fotos que han circulado por los medios no las desmienten.Hay momentos que ser parte del género humano es total y absolutamente denigrante.
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