Gonzalo Ruíz Torres ha ganado el Premio nacional de traducción por su versión al castellano de la obra Rayuela, de Julio Cortázar, que en castellano se titulará Ralluela. Confiesa el autor que pese a su dominio del idioma argentino la labor de traducción fue laboriosa pues se trata de una obra que muchos argentinos no entienden, muchos más no la han leído y aún muchos más ignoran que existe. La labor traductora ahora premiada le llevó cinco años de trabajo, documentándose en bibliotecas de Buenos Aires, Rosario e Iguazú (donde aprovechó para ver las cataratas). También se ayudó de las versiones de Ralluela en inglés, francés y gallego.
Este premio viene a consagrar a uno de los más importantes traductores españoles, traductor de obras emblemáticas de la literatura, como la traducción del peruano de La casa verde, de Vargas Llosa, del mexicano (Pedro Páramo, de Juan Rulfo) y del idioma paraguayo (Yo, el supremo, de Roa Bastos).
Su próximo proyecto, una labor hercúlea según sus admiradores, es verter al castellano desde el colombiano la obra de Gabriel García Márquez Cien años de soledad.
Todos los compañeros de profesión aplauden este merecido premio, ya que Ruíz Torres se ha especializado en idiomas difíciles y poco conocidos. Desde la redacción de Noticias de acá y de allá queremos felicitar a Ruíz Torres por su merecido galardón y le sugerimos, pues se han recibido multitud de cartas a este respecto, que emprenda pronto la traducción del cubano de la obra Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante.
La oveja feroz
05.06.12
Pues no creas. En cierta ocasión oí hablar de una traducción del Quijote, no al idioma español que es como bien reflejas jocosamente en tu post una estúpida redundancia, sino al habla española actual. Aún con las indudables pérdidas léxicas y estilísticas que el proceso supondría (es posible que hasta ya se haya hecho), podría ser una buena introducción a, por ejemplo, los niños, de tan magna obra.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Ya existen versiones "light" del Quijote, y de otras obras similares. En inglés un tal Bawedler hizo lo mismo con las obras de Shakespeare, pero además evitando cualquier alusión "politicamente incorrecta", incluido las alusiones eróticas. Se denomina a esta clase de vulgarización "Bawdlerización", y fue (y es) muy denostada.
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