La intención de este blog es provocar. También, aliviar las neuras de una mente, la mía, atrapada entre ortodoxias. Persíguese probar el aguante a la irreverencia del ser humano, perenne subgenio. Nadie, sin embargo, se ofenda. Fácil es no leer lo que zahiere. Huyan de estas páginas los mojigatos de triple golpe de pecho, las felatrices con complejo de culpa, los ecologistas del solo “verde que te quiero verde”, los izquierdistas de seriedad estaliniana, los corruptos sin cargo oficial.
martes, 26 de marzo de 2013
Se publica el libro “Treinta años tocándome los huevos”
El
funcionario Antón Bermúdez, trabajador del Ministerio de Cultura, ha publicado
sus memorias. que ha titulado, acertadamente, Treinta años tocándome los huevos.El funcionario, que confiesa que el libro se
lo ha escrito un negro (solo faltaba que a su edad, prejubilado, tuviera que
hacer un esfuerzo), cuenta en su biografía cómo en treinta años de trabajar en
el Ministerio no la hincó ni un solo día, y cómo a pesar de ello (o
precisamente por ello) fue querido y felicitado por sus superiores. Durante
varios años fue nombrado funcionario modélico, y confiesan sus compañeros, con
admiración, que a pesar de los años que han trabajado con él, nunca supieron
qué hacía realmente. Este libro desvela ese misterio: No hacía nada. Tocábase
los huevos. La publicación del libro ha sido subvencionada con fondos del
ministerio donde Bermúdez cumplió su alta misión funcionarial. El libro se
vende con una instancia para funcionario con su recomendación. Publica: Planeta
de los simios.
En este blog de título tan largo trataré de comentar alguna imagen, fotografía o dibujo, para expresar alguna opinión, una especie de ejercicio literario y reflexivo a la vez. El elegir una imagen me ayuda a centrar el asunto a tratar. A veces con la imagen he confeccionado un chiste u ocurrencia. Quiero que la periodicidad de las entradas del blog sea semanal. Lo escribo para mi solaz y no para crear opinión. Ésta la pone el lector. Si lo hubiera. Zaragoza, 25 de septiembre de 2014.
Jajajaja, no pierde usted el pulso. Qué risa.
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