Leed este párrafo:
“Jesús ha dicho: sed
buenos, sed pobres, sed sencillos. Y los hombres no son buenos, ni pobres, ni
sencillos. Mas tiempo vendrá en que la justicia suprema reine implacable. Los
grandes serán humillados, y los humildes ensalzados. La cólera divina
desbordarás e en castigos enormes. ¡Ah, la angustia de los soberbios será
indecible! Un grito inmenso de dolor partirá de la humanidad aterrorizada. La
peste devastará las ciudades: gentes escuálidas vagarán por las campiñas
yermas. Los mares rugirán enfurecidos en sus lechos; el incendio llameará
crepitante sobre la tierra conmovida por temblores desenfrenados, y los
mundos, trastornados de sus esferas, perecerán en espantables
desquiciamientos... Y del siniestro caos, tras la confusión del juicio último,
manará serena la luz de la Verdad Infinita”.
No es de un dómine, es de un personaje de Azorín, un tal Puche,
que refleja el tipo de patraña con que los oprimidos se han sometido y se
someten a la autoridad, eclesiástica y laica. Se consuelan pensando que el día
del juicio (y no es el de Garzón), se hará justicia (pobre Garzón), y por lo
tanto sus humillaciones presentes serán vengadas en un futuro lejano, ignoto,
imprevisible. Y mientras esperan, sus humillaciones, su explotación, siguen
imparables. ¡Joder, qué fácil se lo ponemos!
La oveja feroz
30.04.18