En el año 1999, los dos países más poderosos de la Tierra tenían acordado destruir las últimas muestras del virus de la viruela. Pero, llegada la hora, no se decidieron a hacerlo. Les cuesta desprenderse del arma más letal que ha conocido la humanidad. Esta enfermedad destrozó el ejército de Alejandro Magno y mató al emperador Marco Aurelio. Este virus ha destruido culturas enteras y ha desgarrado grandes imperios. Todavía en el decenio de 1960 afectaba a diez millones de personas en todo el mundo y causaba la muerte de más de dos millones de personas al año. ¿Cómo renunciar a un arma tan poderosa? El párpado del poder no tiembla, y es transparente. El que avisa no es traidor.
La oveja feroz
21.07.09
martes, 21 de julio de 2009
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