¿Qué critico occidental se atrevería a juzgar negativamente un libro nuevo de García Márquez? Ninguno. No se atreven. No tienen cojones, redaños críticos o atrevimiento. O más bien tienen miedo. Miedo de ir contra corriente, de perder prestigio. Porque en el fondo el crítico más independiente no se atreve a abandonar el aprisco del gusto al uso y los cánones impuestos por la hipocresía cultural. Pero como yo no estoy al servicio de esta hipocresía, me atrevo: García Márquez, salvo Cien años de soledad, no ha escrito nada interesante. En todos sus libros se aprecia demasiado el armazón gramatical, el esfuerzo de conseguir la palabra adecuada, el miedo al patinazo. El Otoño del patriarca es un coñazo indigerible, un remedo de obras sobre dictadores mucho más interesantes y mejor escritas. El resto de su obra es igual de poco atractivo, en el mejor de los casos retazos que dejó escapar de Cien años de soledad, pero ya sin carisma, faltos de interés, escritos con estilo afectado, protogramático, sin vida ni gracia. No vale la pena leer sus otros libros, y menos comprarlos. Hay que olvidar a García Márquez. Si yo remitiese a cualquier editorial de este país un libro escrito por este señor pero firmado con mi nombre, ni lo leerían y, caso de leerlo, me contestarían con la consabida frase estándar de que no hay sitio para mi obra en su apretada agenda editorial. Por el contrario, si yo le diese a Gabo (yo también le llamo Gabo, porque me da la gana, porque no soy menos que Felipe González, y además me encanta ser irreverente, ya lo habrán notado) un libro mío y él lo presentara a cualquiera de las anteriores editoriales como suyo, éstas le lamerían el culo y le alabarían tan egregia obra, cumbre de la literatura hispanoamericana. Y esto no es cachondeo. Yo, si fuese editor, y fuese requerido por conocidos escritores para publicar sus últimos escritos, declinaría la mayoría de ellos, por malos, aburridos y carentes de toda gracia. Correcto estilo, correcta sintaxis, pero vacíos, insulsos. Les falta incorrección. Los míos los publicaría, claro. No sólo porque casi todos son buenos, sino también porque no soy tonto, joder.
La oveja feroz
15.07.09
La oveja feroz
15.07.09
Pero no eres irreverente. Lo Llamas Gabo, con el respeto con que lo bautizó Alberto Zalamea cuando le dijo:"Don Gabo". Si quieres faltarle al respeto, "mamándole gallo" a la manera caribeña, joderlo y llamar su atención, llámalo "Gabito" como lo llaman sus hermanos y lo llamaba su mamá (La de él, claro)
ResponderEliminarGGM,tampoco se trata de faltarle al respeto a Gabo sino a los críticos que se amparan en su aura para poder salir en la foto... de la mediocridad analizadora.
ResponderEliminarGracias por escribir.
No en vano Carlos Barral rechazo "cien años de soledad", y le fue reprochado hasta la tumba...excelente articulo ¡
ResponderEliminarConsuelo Garcia del Cid Guerra
Yo soy un admirador de García Márquez. No de toda su obra (Del amor y otros demonios, por ejemplo, no me gustó para nada), pero sí de algunos de sus títulos: Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada, Relato de un náufrago, El coronel no tiene quién le escriba. Sin embargo, como con casi todas mis convicciones, he dudado muchas veces sobre mi admiración. Siempre me he preguntado, ¿vivirá alguien en este mundo capaz de decir, con toda franqueza (no con el afán gratuito de provocar, sino con verdadera sinceridad, porque lo siente) que un libro como Cien años de soledad le parece una mierda? ¿Habrá alguien capaz de difamar a Madame Bovary, o al Quijote, o a La Ilíada, cuando se nos ha dicho y redicho que son obras maestras de la literatura universal? Vos salvás Cien años de soledad, por lo que no sos la respuesta afirmativa a mi pregunta, pero esta diatriba contra Gabo me quitó un gran peso de encima. Como dije, admiro a García Márquez, pero es muy, muy grato saber que existe alguien con la seguridad de que no es un escritor tan genial como se cree (como tal vez nos hacen creer que es) y con el valor de afirmarlo públicamente. Mientras tengamos la capacidad de criticar lo establecido tendremos algo de esperanza todavía. Saludos desde Costa Rica.
ResponderEliminarPues creo que ustedes no le encontraron gracia, porque no viven acá... No entienden que detrás de toda ese realismo mágico hay mucha historia, historia que a nosotros los colombianos no nos contaron ni enseñaron en el colegio y la descubres en una novela y quien te corrobora estos hechos fueron nuestros abuelos, historia que aún se esconde para opacar el origen o causa del surgimiento de la guerrilla, y si a mi me encanto, me enamoro otros libros, como del amor y otros demanios, como el amor en los tiempos del colera... aunque se que ya hace un año que escribiste esto, te lo comento porque por accidente buscando otro blog me encontre este...
ResponderEliminarElinanda, sé que allá se verán sus historias de un modo diferente, pero considero que todas las historias están de alguna manera condensadas en Cien años de soledad. Salvo esta obra genial prefiero, de entre los colombianos, a su amigo Álvaro Mutis. Sus historias de Macqrol el gaviero no me cansan como el realismo mágico.
ResponderEliminarUn saludo.