“Las confesiones y comuniones eran quincenales en el colegio. Cuando me tocaba el confesionario del padre Gregorio, bien sabía yo lo que iba a suceder: nos colocaba el brazo sobre los hombros, nos atraía hacia su pecho y nos rociaba largamente con besos y caricias mientras bisbiseaba ternuras y recomendaciones de aplicación a la conducta y al espíritu. Las penitencias solían ser suaves. El cura olía bastante mal”. (Antonio Gamoneda)
Sí, tiene razón Gamoneda. Los curas olían bastante mal. Pero era un olor soportable frente al hedor que emana hoy de la Conferencia Episcopal.
La oveja feroz
29.05.10
sábado, 29 de mayo de 2010
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