lunes, 8 de abril de 2019

Críticas cinematofágicas: Érase una voz en América


Érase una voz en América

Film de Sergio Tigrone que narra la epopeya de un italiano que emigra a Nueva York y cómo se entremezcla con la mafia gracias a su portentosa voz de mezzosoprano. El inmigrante, con su melodiosa voz, consigue un puesto de vendedor de salchichas ambulante, hot-dogs que anunciaba con cálidas arias por todo Brooklyn. Enseguida ven sus jefes que el chico tiene futuro y lo trasladan con su puestecillo a la Quinta Avenida. El hombre, merced a su prodigiosa voz, vendía todo lo que le encomendaban y aún tenía humor para una tarantela napolitana que encandilaba a los viandantes. Su fama asciende y la venta de perritos calientes también. Le oye un profesional del Teatro de la Opera Metropolitana de Nueva York y lo contrata. Guiseppe de Niro, de uniforme, deleitaba a las colas de los espectadores que esperaban para retirar sus entradas de las funciones, función que le proporciona fama duradera. Plantado delante del Teatro de la Opera, Giusseppe cantaba napolitanas sin parar, su voz de meszzosoprano cautivando a los colistas y a los viandantes que pasaban por el lugar. Pero un día, durante una manifestación de obreros, una bola de goma disparada por la policía local le da en la garganta y acaba con la atilpada voz del Giusseppe, acabando con su empleo. La voz vuélvesele ronca y en tono de bajo trina sus lamentos por el Bronx. Más la Cosa Nostra apiádase de él y lo contrata de nuevo, esta vez para asustar a los niños de la guardería metropolitana Capo Capone, donde los hijos de los mafiosos aprendían extorsión y tortura. Ejemplar historia que Sergio Tigrone nos narra con sutileza siciliana. La música de Ennio Borricone pone ambiente rústico al film. Abstenerse cornudos.

Fred Cimeman
08.04.19

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