Érase
una voz en América
Film de Sergio Tigrone que narra la epopeya
de un italiano que emigra a Nueva York y cómo se entremezcla con la mafia
gracias a su portentosa voz de mezzosoprano. El inmigrante, con su melodiosa
voz, consigue un puesto de vendedor de salchichas ambulante, hot-dogs que
anunciaba con cálidas arias por todo Brooklyn. Enseguida ven sus jefes que el
chico tiene futuro y lo trasladan con su puestecillo a la Quinta Avenida. El
hombre, merced a su prodigiosa voz, vendía todo lo que le encomendaban y aún
tenía humor para una tarantela napolitana que encandilaba a los viandantes. Su
fama asciende y la venta de perritos calientes también. Le oye un profesional
del Teatro de la Opera Metropolitana de Nueva York y lo contrata. Guiseppe de
Niro, de uniforme, deleitaba a las colas de los espectadores que esperaban para
retirar sus entradas de las funciones, función que le proporciona fama
duradera. Plantado delante del Teatro de la Opera, Giusseppe cantaba napolitanas
sin parar, su voz de meszzosoprano cautivando a los colistas y a los viandantes
que pasaban por el lugar. Pero un día, durante una manifestación de obreros,
una bola de goma disparada por la policía local le da en la garganta y acaba
con la atilpada voz del Giusseppe, acabando con su empleo. La voz vuélvesele
ronca y en tono de bajo trina sus lamentos por el Bronx. Más la Cosa Nostra
apiádase de él y lo contrata de nuevo, esta vez para asustar a los niños de la
guardería metropolitana Capo Capone, donde los hijos de los mafiosos aprendían
extorsión y tortura. Ejemplar historia que Sergio Tigrone nos narra con
sutileza siciliana. La música de Ennio Borricone pone ambiente rústico al film.
Abstenerse cornudos.
Fred Cimeman
08.04.19
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