viernes, 12 de octubre de 2012

A un recién casado se le aparece la virgen


Saturnino Novales, de Argamasilla del Palancar, descubrió en su viaje de novios a Cuba que su recién esposada, Caridad Fernández, era virgen. No sabiendo cómo actuar frente a esta eventualidad, la pareja se metió en Google y buscó información. Al enterarse de que la pérdida de la virginidad podía hacer sangrar a la mujer, Saturnino, que no aguanta la sangre, consultó con un joven de recepción, un cubano mulato de buena presencia y muy amable. El empleado, mirando ora al marido, ora a la mujer, dijo que él podría solucionarlo, que sólo necesitaría estar a solas con su mujer media hora. El marido, agradecido, aceptó. Después de dos daiquiris en el bar del hotel, a la media hora justa, Saturnino subió a la habitación. En ella, el empleado de recepción, sonriendo, le mostró una toalla con sangre a la vez que le decía: “Ya está solucionado. Su mujer ya no es virgen”. A la vista de la sangre, Saturnino se desmayó. Cuando despertó, ya de mañana, vio que el empleado todavía se encontraba en la habitación. Dijo que le había estado cuidando toda la noche. El marido, agradecido, le dio cien dólares de propina.

A su vuelta a Argamasilla del Palancar, enterado el pueblo de la peripecia, todo eran sonrisitas para Saturnino, que él imaginaba eran de envidia por tan exótico viaje. Su mujer, alabando las cualidades de la isla, convenció a media docena de mujeres para volver al año siguiente, pero sin marido. Como excusa, le dijo a Saturnino que alguien tendría que hacerles de guía en la isla, lo que su marido entendió y le dio permiso. Todavía recordaba agradecido a ese cubano tan amable que le solucionó el problema de la virginidad de su mujer.


La oveja feroz
12.10.12

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