jueves, 30 de abril de 2009

Telefónica = ladrones

Lo han vuelto a hacer: sacarme de mis casillas. Me han vuelto a cobrar la instalación del Imagenio que no les había pedido. ¡Dios mío, qué cruz! Se lo he dicho por activa y por pasiva, he escrito e-mails y he reclamado por teléfono. He pedido que revisen las cintas con las que contraté para que vean que yo no pedí el TRIO de los cojones. Como si nada. Vuelta a pagar de más. Esta no es una entrada de la oveja feroz al uso. Esto es puro desahogo. ¡Qué Mierdaaaaaa! ¡Cabrones! Claro, alguien tiene que pagar los sueldos millonarios de Zaplana y los Urdangarín. Los pardillos como yo. ¿Es que no hay una puta empresa de telefonía normal? Mi problema es que dependo del correo de Telefónica, por el momento. Y que las otras compañías, las de la competencia, me dan más miedo. Por eso me desahogo. Es el recurso del pataleo. Y les mando, a toda la Telefónica, desde este humilde blog, a tomar por el culo. ¿No puede venir a este país la compañía telefónica francesa, o la alemana, o la japonesa? ¿No hay nadie normal en este mundo del ADSL? Nunca, escasos lectores, NUNCA contratéis servicios de Telefónica (yo sí pongo el acento, no como ellos) por teléfono. Cara a cara y con notario. Me he calmado un poco. Pero me vuelve: CABRONEEEEEEEEESSSSS!

La oveja feroz
30.04.09

Y hablando de ladrones

miércoles, 29 de abril de 2009

Científico bienintencionado

Thomas Mindgley, famoso químico norteamericano al que debemos inventos tan perversos como los gases CFC’s, causantes principales del deterioro de la capa de ozono, o los aditivos de plomo en las gasolinas, causantes de cánceres y otras enfermedades, y hasta creo que también le debemos el uso de plaguicidas como el DDT, causante de la extinción de miles de especies y otros males ecológicos, pasó los últimos 4 años de su vida inválido en la cama a causa de la polio, enfermedad, ésta, no causada por sus inventos. Midgley murió en 1944 por estrangulamiento accidental al quedar atrapado en un arnés que había inventado para que le ayudara a levantarse de la cama. Sus inventos fueron nocivos incluso para él. Descanse en paz.

La oveja feroz
29.04.09


lunes, 27 de abril de 2009

Si poeta eres y versos compones...

Poema para mis amigos.


Don Ángel, si yo tuviera
una lujuria extremada,
tal que hasta verla saciada
ni pensara ni durmiera
y en mi ceguedad creyera
que era usted la niña mía
y con loca valentía
miembro en ristre a usted montara
y en el culo se lo entrara,
¿fuera acaso sodomía?

(Diálogo entre el Duque de Rivas y don Antonio Alcalá Galiano, versión del Cancionero de amor y risa)

domingo, 26 de abril de 2009

¿Homo sapiens o infra-seres?

¿Cómo denominarías a seres que tuvieran las siguientes costumbres?:
 Vivir en habitáculos reducidos con sus hembras y crías.
 Realizar labores ingratas para garantizar su subsistencia.
 Acudir regularmente a recintos amplios y escuchar sumisamente a personajes vestidos de forma extraña.
 De vez en cuando abandonan a sus familias al son de trompetas y tambores para hacerse matar en tierra extranjera.
Yo los llamaría infra seres. Normalmente se les llama homo sapiens (sic), ciudadanos, o fieles.

La oveja feroz
26.04.09

Para ellos, para los más fieles y más patriotas:

Ni reconocí sagrado,
ni hubo ocasión ni lugar
por mi picha respetado;
ni en distinguir me he parado
culo de cura o seglar.
A quien quise me tiré,
a quien quiso la metí,
y nunca consideré
que pudo joderme a mí
aquel a quien yo follé.

(Del Don Juan Notorio,
por Ambrosio, el de la carabina)

martes, 21 de abril de 2009

El último refugio de los canallas

¿Que hay bajo el disfraz de palabras como “noble proeza”, “patriótica valentía”, “acción heroica”? Violencia, complacencia e ignorancia. Violencia en el interior de quienes ordenan las acciones que merecerán tales adjetivos, complacencia en quienes las narran e ignorancia en quienes las ejecutan. Con razón decía el doctor Johnson que el patriotismo es el último refugio de los canallas. Yo diría que el primero. Para ellos, para los canallas, estos versos del Subcomandante Marcos

Reúna los silencios necesarios. Fórjelos
con sol y mar y lluvia y polvo y noche.
Con paciencia vaya afilando uno de sus extremos.
Elija un traje marrón y un pañuelo rojo.
Espere al amanecer y, con la lluvia por irse,
marche a la gran ciudad. Al verlo,
los tiranos huirán aterrorizados,
atropellándose unos a otros. Pero...
¡no se detenga!... la lucha apenas se inicia.

Subcomandante Marcos

La oveja feroz
21.04.09


domingo, 19 de abril de 2009

Tradiciones vascas

Esto de los atentados realizados por vascos de radicalismo recalcitrante no es algo nuevo. Ya en el año 1582, un bilbaíno llamado Juan de Jáuregui atentó contra Guillermo, príncipe de Orange, caudillo de la rebelión de los Países Bajos. Acercándose al mandatario por detrás, Jáuregui le disparó un tiro de pistola tras la oreja derecha. La bala le traspasó el paladar y le salió por la mejilla izquierda. El asesino fue muerto por los guardaespaldas de Guillermo. Guillermo de Orange no murió. Esta oscura inclinación de los vascos, por lo que se ve, viene de lejos. Claro que hoy, con más práctica, los hijos de De Juana Chaos no hubieran fallado. Y los guardaespaldas del príncipe, más democráticos, no lo hubieran liquidado allí mismo. Lo hubieran juzgado y encarcelado, y el pobre terrorista hubiera salido al cabo de varios años por buena conducta y tornaría a ensalzar, desde su espurio prestigio, el terrorismo, dando pie para nuevas algaradas de los radicales HBerzotas. Poco hemos avanzado, ¿verdad señor Arzallus?

viernes, 17 de abril de 2009

Para los amantes del Apocalipsis

El límite de tiempo hasta donde aguantará la Tierra es de unos 5.000 millones de años aproximadamente (milenio más, milenio menos). Durante ese período el Sol habrá agotado su combustible de hidrógeno y se transformará en una estrella gigante roja. En ese momento la atmósfera del sol se expandirá enormemente hasta llegar a la órbita de Marte. En la Tierra, los océanos comenzarán a hervir y la Tierra se verá reducida a cenizas. La Tierra morirá por el fuego. ¿Apocalipsis? Pero para consolaros os diré que lo más probable es que la vida en la Tierra acabe mucho antes. La Tierra está situada en una especie de barraca de tiro al blanco cósmica. La probabilidad de que un asteroide, cometa o meteorito nos acierte antes del tiempo de agotamiento del Sol, es extremadamente alta. Moriremos a causa de una gran explosión, la especie (los pocos supervivientes) morirá de frío al quedar oculto el sol vivificador por el humo y los fragmentos de materia desprendidos por la explosión. Después de todo, y pese al imparable calentamiento global, quizás muramos por el frío. Y es que el que no se consuela es porque no quiere.


La oveja feroz
17.03.09

miércoles, 15 de abril de 2009

Elogio de la pereza

Argumentos en favor de la quietud y en contra de la actividad, hay muchos, entre ellos el sentido común y el maravilloso goce del no hacer nada, el “dolce far niente” de los italianos. Pero para quienes valoran datos más contundentes, les indicaré que la inactividad prolonga la existencia. ¿Más interesados ahora? Y si la inactividad prolonga la existencia, la actividad la acorta. Sencillo, ¿no? Veamos unos ejemplos: la mosca de la fruta, que no para de agitar las alas todo el puto día, vive sólo 3 semanas; el ratón, movidillo él también, entre 2 y 3 años; el elefante, sin embargo, tranquilo y paquidermocrático, alcanza los 70 años. Más longevidad logran las tortugas, llegando, se dice, hasta los 400 o 500 años. Pero vayamos incluso más allá, dirijamos la vista hacia esos parientes nuestros que menos se mueven, las plantas. Una especie de pino (Pinus aristasta) llega a vivir 5.000 años. Y el récord mundial lo poseen ciertos arbustos de creosota del desierto de Mojave, en California, que sobreviven, apenas sin moverse, desde hace 11.000 años. Creo que está clara la relación entre la actividad y la duración de la existencia. Si quieres vivir más (y, a mi entender, mejor) no hagas deporte, no polemices, no te agites, practica la paciencia y la pereza, duerme o dormita, abomina de esta sociedad de las prisas. O eso, o muere como una vulgar mosca de la fruta.

La oveja feroz
15.04.09


lunes, 13 de abril de 2009

Tercera epístola a los adefesios

Querido adefesio:

Probablemente sea usted uno de esos tipos que al levantarse y mirarse al espejo por la mañana sonríe y piensa que el mundo está bien hecho. Luego mira por la ventana y ve los edificios de enfrente, la circulación rodada, los esqueléticos árboles de la calle y piense, todavía satisfecho, que es una suerte pertenecer a la especie elegida, formar parte de esa elite de la existencia bautizada con el vanidoso título de “rey de la creación”, pues Dios ha tenido la deferencia de crearle a su imagen y semejanza. Y así, usted, contento, satisfecho, rebosando orgullo, desayuna y sale para dirigirse al trabajo.
Primero decirle, querido adefesio, que su visión es un poco miópica. Si un extraterrestre se acercara a la Tierra y observara desde las alturas las distintas formas de vida que pululan en ella, no dudaría en enviar el siguiente informe a su base exterior: “La mayoría de los terrestres tienen 6 patas”. Y es que, querido adefesio, los insectos nos sobrepasan, por mucho, en cantidad. Son muchos millones más. Y más rápidos. Viven menos, eso sí, pero son indestructibles. Se reproducen con asombrosa rapidez, en cantidades ingentes. El mosquito que usted aplasta con la zapatilla por la noche se mofa de sus energías gastadas. Sabe que él representa apenas nada para su especie. Lo que para usted es una molestia y le ha costado media hora de caza y desvelo, es una minucia, un átomo en la populosa raza de “seis patas” que domina el planeta.
Pero si los extraterrestres afinaran más, aterrizaran y dispusieran de medios apropiados, descubrirían que aún hay otra especie dominante en el planeta, una especie minúscula y de gran poder reproductor. Nos referimos a las bacterias. Ellas son las verdaderas dominadoras de la tierra. Ellas lo impregnan todo. Ellas pueden infectarte con una enfermedad mortal y es por su mediación que los alimentos ingeridos se metabolicen en tu cuerpo. Ellas te permiten vivir, te son necesarias, y ellas, a veces, te matan. Y se ríen de tus armas para combatirlas. Un antibiótico lo superan en veinte generaciones, es decir, en un cuarto de hora. Mutan a velocidades exultantes. Nada les hace daño. Cuando en el planeta deje de haber mamíferos, que será muy pronto, ellas persistirán. Morirán con la muerte del la Tierra misma. Y quizás ni eso, porque nosotros las ayudaremos a propagarse por otros mundos.
En comparación con estos verdaderos reyes de la creación, vosotros, adefesios y adefesias, sois criaturas llenas de vicios y bastante mal diseñadas. Dos patas (nosotros decimos piernas) hacen de nosotros seres inestables; dos ojos, sólo por delante, nos hacen descuidar la trasera y parte de los flancos. Un hígado es obviamente insuficiente para drenar todo el licor del que son capaces nuestras destilerías, un músculo como el puño de grande (vulgo, corazón) es muy poco para llevar el peso vital de 80 ó 90 kilos. ¿Y los pelos del sobaco, para qué sirven? Obviamente para producir depilatorios
Y tú, adefesio, creyéndote el rey de la creación. ¡Despierta!

La oveja feroz
13.04.09


Invitación de nuestros patrocinadores:

martes, 7 de abril de 2009

La procesión va por dentro

Días de recogimiento, días de rememorar la muerte del Señor, días de capirotes y cirios, días de procesiones. Cómo alegran la vida sus vestimentas moradas y lúgubres, sus cantos de aflicción, sus penitentes lacerándose las espaldas, qué edificante, que ejemplo… ¡qué mieeeerda! ¿Es que no vamos a salir nunca de la Edad Media? ¿Cómo puede todavía el ciudadano soportar los cortes de tráfico, la usurpación de las calles de la ciudad por estos zombies encapirotados que llevan a sus espaldas unos pasos de peso, de pesos pesados, que son unos pesados? ¿Por qué aguantar los hipócritas lamentos de quienes pretenden homenajear la muerte de un señor del que no siguen sus enseñanzas? Es folclore, se me dirá. Pues si es folclore, que bailen y canten vestidos de faralaes o desfilen como en los carnavales de Río. Eso es folclore y no esta murria melancólica que incita a la tristeza y al suicidio. ¿No dicen que la procesión va por dentro? Pues que vaya por dentro de túneles y catacumbas, que nos dejen vivir en paz a los partidarios de la alegría y la razón.
Y para que no vean que estoy sólo en estas opiniones, os regalo esta parrafada de Pío Baroja, que de pío sólo tenía el nombre: “Yo creo que lo que hay que hacer en España es educar a la gente más que instruirla; predicar la vida seria, la moral, sea la que fuese, la extinción de la crueldad, y hacer desaparecer los toros, y las rondallas, y las jotas, y los entusiasmos fetichistas por la Pilarica y por el Cristo de aquí y de allá, y quitar del ambiente esa morralla de pensamientos bestiales sobre el honor y la sangre y el vino que han cantado en sus obras Dicenta y Feliu y Codina. Si es fuerte y sufrida nuestra gente no es porque es bestia, lo es a pesar de su bestialidad”.
Me quedo con ese “a pesar de su bestialidad”.

La oveja feroz
07.04.09

lunes, 6 de abril de 2009

Semejanzas no tan asombrosas

El difunto dirigente de Euskadiko Ezkerra Mario Onaindía, después de ser condenado a muerte en el famoso consejo de guerra de Burgos, en 1970, y días antes de que su sentencia fuese conmutada, quiso saciar una antigua curiosidad: saber qué decía el ideólogo de sus enemigos, el malogrado José Antonio Primo de Rivera. A tal fin sacó de la biblioteca de la prisión las obras de ese mártir del Movimiento y se las llevó a su celda. A medida que leía, su asombro aumentaba: entre la ideología de la Falange y ETA apenas había otra diferencia que el marco nacional que unos y otros pretendían aplicar. Los métodos y el sustrato ideológico eran los mismos. Sería conveniente que los Reyes Magos (o el Olentzero) regalaran a la mesa nacional de Herri Batasuna las obras de José Andoni, y que aprendieran de una vez de donde les viene el ramalazo fascista.


La oveja feroz
06.04.09


sábado, 4 de abril de 2009

La pesadilla celular

Ciertos utensilios los inventa la naturaleza para mostrar el grado de estulticia de la ciudadanía y probar al mismo tiempo la paciencia de los discretos que han de soportar a los estultos. Los discretos serían aquellos que no abusan de las novedades que nos procura la tecnología, o las utilizan correctamente. En su día fue el transistor, que permitió descubrir horteras en las playas y en el campo, y en los paseos de las ciudades a los adictos al carrusel deportivo de los domingos. El automóvil fue otro de los inventos que permitió descubrir la naturaleza hortera y ridícula del ser humano. Gracias a él pudimos darnos cuanta del inmenso número de los imbéciles que lo cuidan como a un animal de compañía, le decoran con cojines de ganchillo, lo utilizan para ir al kiosko del barrio a comprar el Marca o lo desfiguran con alerones de mal gusto. Pero nada para descubrir al gran número de gilipollas que nos rodea que el móvil, el teléfono celular. Nunca un invento había dejado tan al descubierto la naturaleza hortera y ridícula del ser humano. Gracias a este instrumento hemos podido darnos cuenta del inmenso número de los imbéciles, hemos sido conscientes de la mayoría subnormal que sustenta con sus costumbres comerciales el mundo consumista. Porque da pena observar a un ama de casa contando chascarrillos a una vecina desde el "hiper", el móvil pegado en la oreja mientras mueve el carrito, o contemplar a todos esos ejecutivos de pacotilla que extraen sus móviles como si les fuera en ello la vida, nada más salir del avión y montarse en los autobuses que llevan a los pasajeros a la terminal. ¿Por qué coño he de tragarme yo, pasajero circunstancial de un autobús urbano, la operación de apéndice de una tía de mi vecina de asiento? ¿Por qué en el tren debo escuchar la charla pseudoeconómica de un tipo encorbatado que parece dar órdenes decisivas para la supervivencia de la empresa donde supuestamente trabaja? La campaña oculta de las compañías que mueven tan próspero negocio parece ser: "A cada imbécil su móvil". E imbéciles es lo que no falta en este país. Y en otros. La pandemia es universal, el negocio asegurado. Y como "lo importante es poder hablar", como reza una campaña de cierto agente de telefonía móvil, yo hablo y os insulto, oh descerebrados del móvil. Lo importante, enteraos, es poder no oíros.

La oveja feroz
04.04.09



jueves, 2 de abril de 2009

Termine de chuparme la polla… Monseñor

Siempre he tenido ganas de escribir un relato que encajase con el título de este apartado. A pesar de los casos de pederastia de la curia internacional católica, no he dado con una historia a la que le encajara la supuesta advertencia. Tendré entonces que inventarme algún asunto peregrino, o mejor, tirar de archivos y fuentes iconoclastas y dar con una historia tan degradante que el título no sea un insulto sino un eufemismo. La actual campaña emprendida por la iglesia católica, aposcohólica y reumática contra la ley del aborto me podría servir, pero me aburre remedar a lo ya dicho por los muchos detractores de semejante fantochada. No quiero marear al pobre lince. Lo del sida y los condones y las meteduras de pata del Papa cuadra más con mi objetivo. Porque según se desprende de las palabras de Benedicto, los curas pederasta no pueden utilizar condón ni cuando la chupan. Lo que debería ser motivo de protesta de las farmacias, pues por ese motivo dejan de vender millones de preservativos. Y no está la industria farmacéutica para perder dinero. Ahora que les han quitado el chollo de las patentes de los medicamentos del sida en África, ahora que están en el punto de mira de la Seguridad Social, las revistas ecologistas y las organizaciones que defienden los derechos de los humanos, sólo les falta perder ese amplio mercado. Deberían emprender una campaña para que los sacerdotes utilizaran el condón en sus relaciones sexuales, y podrían, qué ilusión, utilizar mi frase como slogan: “Termine de chuparme la polla… Monseñor, pero póngame antes el condón”. Sería perfecto. Todos ganaríamos. Las farmacéuticas, los fabricantes de condones y las víctimas de la lujuria de los curas, que así evitan contagiarse de esa enfermedad pestífera cuyo principal síntoma es la recalcitrante creencia en un ser trascendente. Pues eso, termine de una puta vez… Monseñor.

La oveja feroz
02.04.09

Consejo de nuestros patrocinadores