sábado, 4 de abril de 2009

La pesadilla celular

Ciertos utensilios los inventa la naturaleza para mostrar el grado de estulticia de la ciudadanía y probar al mismo tiempo la paciencia de los discretos que han de soportar a los estultos. Los discretos serían aquellos que no abusan de las novedades que nos procura la tecnología, o las utilizan correctamente. En su día fue el transistor, que permitió descubrir horteras en las playas y en el campo, y en los paseos de las ciudades a los adictos al carrusel deportivo de los domingos. El automóvil fue otro de los inventos que permitió descubrir la naturaleza hortera y ridícula del ser humano. Gracias a él pudimos darnos cuanta del inmenso número de los imbéciles que lo cuidan como a un animal de compañía, le decoran con cojines de ganchillo, lo utilizan para ir al kiosko del barrio a comprar el Marca o lo desfiguran con alerones de mal gusto. Pero nada para descubrir al gran número de gilipollas que nos rodea que el móvil, el teléfono celular. Nunca un invento había dejado tan al descubierto la naturaleza hortera y ridícula del ser humano. Gracias a este instrumento hemos podido darnos cuenta del inmenso número de los imbéciles, hemos sido conscientes de la mayoría subnormal que sustenta con sus costumbres comerciales el mundo consumista. Porque da pena observar a un ama de casa contando chascarrillos a una vecina desde el "hiper", el móvil pegado en la oreja mientras mueve el carrito, o contemplar a todos esos ejecutivos de pacotilla que extraen sus móviles como si les fuera en ello la vida, nada más salir del avión y montarse en los autobuses que llevan a los pasajeros a la terminal. ¿Por qué coño he de tragarme yo, pasajero circunstancial de un autobús urbano, la operación de apéndice de una tía de mi vecina de asiento? ¿Por qué en el tren debo escuchar la charla pseudoeconómica de un tipo encorbatado que parece dar órdenes decisivas para la supervivencia de la empresa donde supuestamente trabaja? La campaña oculta de las compañías que mueven tan próspero negocio parece ser: "A cada imbécil su móvil". E imbéciles es lo que no falta en este país. Y en otros. La pandemia es universal, el negocio asegurado. Y como "lo importante es poder hablar", como reza una campaña de cierto agente de telefonía móvil, yo hablo y os insulto, oh descerebrados del móvil. Lo importante, enteraos, es poder no oíros.

La oveja feroz
04.04.09



1 comentario:

  1. El negocio del siglo, la telefonía móvil supera con creces a la fija, directamente proporcional una vez más el ser humano imbécil,ruidoso y hortera supera al ser humano prudente y educado y que pasa casi desapercibido. Muy de acuerdo con tú artículo, una vez más. A.S.

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