miércoles, 22 de agosto de 2012

Un hombre vuelve del gimnasio y su mujer no le reconoce.

Justo Fernández, un granadino de mediana edad, salió un día para el gimnasio, donde después de una sesión de spinning, pilates y pesas, volvió a casa hecho un herculito, lo que propició que su mujer, Concha Rubia, no lo reconociese. Tuvieron que venir los responsables del gimnasio a decirle que sí era su marido, pero ella no cejaba. Finalmente Justo Fernández no tuvo más remedio que meterse media docena de cervezas, un bocata de calamares y dos pasteles para recuperar su aspecto anterior. Su mujer, al verle recobrado, le abrazó enternecida y le palmeó la barriga al tiempo que decía: “Sí, este es mi hombre”.
O del consuelo por el sofisma.


La oveja feroz
22.08.12

1 comentario:

  1. Además de haber recuperado la forma, seguramente también la sonrisa.

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