miércoles, 6 de mayo de 2009

Pobrecitos, los artistas de la SGAE

Hasta los huevos estoy de los quejicas de los artistas, empezando por los cantantes de moda y siguiendo por los actores y los autores de cualquier ralea que se amparan bajo el paraguas de la SGAE. ¿Os habéis fijado los discos que aparecen en los top manta, o las películas que exponen? Todas son de gente millonaria, gente como U2, Alejandro Sanz, Los Iglesias, o películas que Hollywood ha hecho rentables en la primera semana de exhibición. No hay copias de cantantes modestos, ni de películas españolas de corto presupuesto. Y se nos pide que persigamos a unos negritos que ganan apenas para comer vendiendo esos productos superventas. Bien que hay mafias detrás, que hay tríadas chinas o contrabandistas de toallas portuguesas, pero estas supuestas mafias, con ser reprobables (que las persigan, coño), no ganan ni una décima parte de lo que ganan los cantantes supuestamente ofendidos y estafados, o los magnates de las industrias que se favorecen con sus quejidos y con sus berridos y con los cuerpos semidesnudos de las divas del celuloide. Si hay algo que desquicia, no son los piratas que se bajan películas o compran discos baratos sino los que se enriquecen miserablemente cobrando cien veces lo justo y acumulando capitales que antaño sólo poseían los faraones. ¿Cómo coño puede darme pena un millonario que tiene mansiones en Miami, automóviles que cuestan más de lo que yo voy a ganar en mi puta vida currando? ¿Cómo puede la ley actuar contra un chaval que se copia un disco o un mileurista que se baja una película porque apenas tiene para pagar la hipoteca de su casa? Serán hijos de puta. Más han robado los Albertos, y ahí están, en la calle y descojonándose de los pardillos, que somos casi todos. No, Pilar Bardem, no estamos en contra de que se creen residencias para artistas que se quedan en la pobreza, lo que estamos en contra es que lo paguemos los que compramos un CD para copiar datos propios o hacer una copia de seguridad o compramos un DVD para oír música. Cobradles a esos actores supermillonarios que no saben qué hacer con el dinero y se dedican a coleccionar huerfanitos, o a esos cantantes cuya riqueza incita al expolio. Esos tienen que pagar y no los pobres internautas que o no tienen trabajo o lo tienen precario. Poco vais a la Moncloa a preocuparos por ellos. No, los pobrecitos son Ramoncín, que no ha pegado un palo al agua en veinte años, o Teddy Bautista, que vive de una canción de hace cuarenta años. Ante tal cúmulo de injusticias, uno sólo puede repetir la consigna: ¡Viva la piratería!

La oveja feroz
06.05.09

Como colofón, unos versos de Rubén Darío:

No predico, no interrogo.
De un sermón ¡qué se diría!
Esto no es una homilía,
sino amargo desahogo.

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