Cuando el presidente norteamericano Gardfield estaba desahuciado por los médicos, a una señal acordada todos los púlpitos del país elevaron sus preces por su recuperación, igual que en oscuras tribus africanas. Por supuesto, el presidente se murió, sin que nadie renunciase a sus creencias, creencias, por lo visto, a prueba de fallos.
Dios mío, Dios mío… ¿por qué eliges siempre a los más gilipollas?
Respuesta de Dios: = = 1 • = (&& • ) ‡ = (n
Ah, que te eligen ellos a ti, bueno, si es así…
La oveja feroz
12.03.09
jueves, 12 de marzo de 2009
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