La altura siempre se ha identificado con lo positivo, lo excelso, lo sublime. Dios está en las alturas, hay proyectos de altura, pilotos de altura. “Altius”, junto a “citius” y “fortius” es uno de los eslóganes olímpicos para la superación física. Este prejuicio espiritual ha contagiado a las medidas físicas de los individuos y se asume como norma que los tipos altos son más atractivos, tienen más aplomo, ligan más. Además, resulta que los habitantes de los países denominados "civilizados" suelen tener una altura superior a los de los países subdesarrollados. Ante tan arbitraria convención, y estúpida, a los bajitos sólo nos quedan dos salidas: la alianza con Lucifer o el tacón cubano.
La oveja feroz
26.03.09
jueves, 26 de marzo de 2009
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